Everyone Stares: The Police Inside Out

"Culpo al hombre que sostiene la cámara de todos mis problemas”, dice Sting en la última escena de Everyone Stares: The Police Inside Out en un tono que revela que no hay ninguna broma detrás, es el fin de una época, en la que el vocalista nos mira directamente y se encuentra con nosotros, los observadores implacables, que junto con el baterista y director de ésta película nos hemos convertido en uno de los motivos para acabar con un grupo.

Everyone Stares: The Police Inside Out no es precisamente otro documental sobre una banda, más bien es un relato en primera persona y una visión en Super-8 de como una banda pasa del anonimato a la fama y el aislamiento desde la perspectiva de Stewart Copeland, el tercer integrante de la banda que se convirtió en el cineasta interno, vemos a The Police como nunca hubiera sido posible.



En 1978, Stewart Copeland compró una cámara Super-8 con sus primeras ganancias tocando con The Police y empezó a documentar exhaustivamente el día a día dentro de la banda, acumulando más de 50 horas de fragmentos del trío mientras iba creciendo en el gusto del público a principios de la década de los 80, logrando una visión definitiva al interior.

El filme empieza en los menos glamorosos días en Londres, continúa con una pequeña gira en Estados Unidos y su regreso a Inglaterra en el momento exacto en que su canción Can't Stand Losing You se conviertió en el éxito que cambió sus vidas para siempre. Se trata de largas tomas conociendo a los hermanos de Copeland, la forma en que empezó a crecer el equipo de trabajo de The Police, además del baterista, Andy Summers y Sting en su hábitat narural detrás del escenario o viendo las caras y las manos de sus seguidores golpeando los vidrios polarizados de una limusina.

El documental, que en algunas ocasiones no se trata únicamente del punto de vista del baterista, sino también la visión del grupo en vivo desde el punto en que se encuentra la batería en el escenario, nos da un sentido de realidad y cercanía que otros rockumentales no pueden abarcar y complementan con entrevistas. En Everyone Stares la falta de declaraciones es sustituida por los comentarios de Copeland y las imágenes explicándose a sí mismas de forma granulosa, temblorosa y con el respaldo de un audio de mala calidad, exponiendo los absurdos y la monotonía que llegan al convertirse en una estrella de la música.

Tal como el juego de comprar una cámara y empezar a filmar todo se convierte en algo más profesional, la diversión y los juegos que se ven al inicio lentamente se desvanecen para revelar las grietas dentro de la banda conforme avanza la película. Todo se presenta con sutileza, no presenciamos los enfrentamientos y la creciente competencia por el liderazgo del grupo, sólo percibimos a una masa de fanáticos que grita únicamente el nombre de Sting.

A través de la breve narración de Stewart Copeland notamos quien toma la delantera creativa, empezamos a tener la sensación subyacente de que no todo es como parece, vemos montones de billetes acumulándose y los elementos de la batería creciendo, percibimos el cansancio y el malestar asentándose en las habitaciones de hotel, que crecen a la vista y se encogen como prisiones familiares y acogedoras mientras el eufórico exterior cada vez tiene menos sentido.

“Cada vez nos soportamos menos. Se empieza a sentir solitario uno en ésta banda”, explica el baterista antes de encaminarnos al final, The Police aparentemente está cerca de la separación, pero sólo es una idea que queda flotando, no vemos las peleas, no sentimos la tensión, sólo tenemos a Copeland contándonos fragmentos del hecho varias décadas después.



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Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
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