En marzo de 2009, Michael Jackson emergió de un largo periodo de reclusión para anunciar una última gira. Los ensayos iniciaron, los bailarines fueron contratados y el equipo de pirotecnia fue probado. El 24 de junio, el equipo y vestuario para los conciertos en la O2 Arena en Londres ya habían sido empacados en el Staples Center y The Forum, donde los ensayos para los concierto se habían realizado desde el mes de abril. La estrella y fuerza creativa del espectáculo estaba lista para mudarse a la campiña inglesa con sus tres hijos, pero el 25 de junio, a menos de un mes de que el tour comenzara, Jackson murió en su casa en California.
Desde que los ensayos comenzaron cada momento fue capturado por un número de cámaras de alta definición para la colección privada de Jackson. Las imágenes nunca tuvieron el objetivo de mostrarse al público, sin embargo con la muerte de Jackson, el director del espectáculo Kenny Ortega tomó cada grabación y creó no sólo una mirada de lo que hubieran sido esos conciertos, también reveló el proceso creativo detrás de la gira.
De esas primeras impresiones surgen una mezcla de reflexiones y alusiones, que te ayudan a recordar lo que pudo haber sido. En teoría, es intrigante, porqué se trata de un documental sobre un evento que no ocurrió. En la práctica, es una recopilación de los preparativos sin terminar y representaciones imperfectas, pero se hacen evidentes la ética de trabajo, el perfeccionismo y la dirección creativa de Michael Jackson, no queda duda de que el espectáculo era suyo, hasta el más mínimo detalle de ritmo, letra, coreografía, puesta en escena y todo lo demás.
Observas el montaje del concierto desde la perspectiva de un participante, en todos los detalles íntimos de la maestría en la creación. No hay poses para la cámara o palabras cuidadosamente seleccionadas para el entrevistador. No hay nada más que realidad, cruda y sin resguardos. Algunas canciones son decentemente presentadas, pero la mayoría del tiempo tienes vistas parciales y múltiples cortes que no te dejan olvidar que se trataba de un ensayo, pero resulta sumamente interesante ver como Jackson hace una pausa, considera al público ausente y espera un largo rato imaginando los aplausos, llenando cada espacio del espectáculo para acentuar la euforia y el dramatismo. Cada tiempo contado, calculado a la perfección.
Ves la creatividad en acción, un momento aquí o allá cuando, en un destello de intuición, Jackson ve la mejor manera de terminar una canción o exige un mayor nivel a los que lo rodean. Esos descubrimientos son los que te entusiasman como espectador, los que te hacen sentir la magia del espectáculo que iba a ser, pero aún así queda la sensación de que todavía podía ser más, que algunas cosas se iban a cambiar y mejorar.
Ortega tropezó accidentalmente con un escenario en el que es capaz de presentar tal vez la versión más real de Michael Jackson. No hay imágenes perfectas, por lo que no tiene más opción que mostrar imágenes imperfectas. Y por eso, es una de las mejores y más emocionantes tomas de Jackson que jamás se hayan visto. Afortunadamente, el director concretó un filme de imágenes en bruto de los ensayos para un buen uso. Más impresionante aún, logra algo que ni siquiera el propio Jackson pudo en la última década: hizo que el Rey del Pop pareciera humano.
El genio se hace evidente en muchos casos, y el documental es, de hecho, un espectáculo increíble por méritos propios. Uno se sorprende, por lo que la estrella y el director (de la película y de la producción) habrían logrado con This Is It como concierto. El filme revela los grandiosos planes y preparativos, iba a incluir la más grande pantalla de LCD de tercera dimensión del mundo (100x30'), contaría con una versión 3D de Thriller (con montones de manos de zombies acercándose peligrosamente a la cámara) y un segmento de gángsters con Jackson incrustado en películas antiguas durante la interpretación de Smooth Criminal.
Al haberse armado con 100 horas de ensayos, podría pensarse que This Is It estaría más cerca de un detrás de escenas. Si, están las obligatorias audiciones y los primeros ensayos, pero si tomas la película como un todo que mide la creatividad, la construcción de un espectáculo y el proceso de trabajar con Michael Jackson, obtienes un filme de realidad. This Is It alcanza a reconstruir las canciones de Jackson y su presencia en el escenario, sin embargo al faltar la eufórica audiencia que vimos en cientos de videos, el efecto es sorprendente, sin fisuras. De hecho, es mejor que perfecta. Es errónea, sobre todo cuando Jackson deja canciones a medio camino para corregir el ritmo, volver a hacer movimientos de baile, para reclamar algo a los ingenieros de sonido.
This Is It es un interesante cambio de la tradicional película de un concierto. La esencia de cada canción se rompe, se reduce a materiales en bruto y es reconceptualizada. No hay audiencia, excepto por aquellos involucrados en la producción, las canciones no son seguidas por aplausos, en su lugar aparece un anti-climático silencio y a veces una critica del propio Jackson. No es la forma en que estamos acostumbrados a ver a un artista interpretando sus canciones.
Obviamente el filme nunca nos enseña si Michael Jackson perdió la cabeza, pero lo que si nos muestra es que nunca perdió su talento. Los que ves es incompleto, de pantalla dividida, de diferentes días, horas y ensayos, con Jackson apareciendo con diferentes atuendos como si interpretara múltiples versiones de sí mismo, pero en el contexto de This Is It las imágenes de los preparativos brindan una intimidad sintética.
Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en www.sonicarsenal.blogspot.com.
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