Más que ensayos, se trata de una serie de pensamientos que se van conectando a través de ideas particulares, a veces parecen opuestas pero desde la perspectiva de Chuck Klosterman encuentran sus puntos en común con una simple premisa: “¿quién no disfrutaría que le paguen por ser curioso?”.
El periodismo es uno de esos oficios que permite dirigir tus preguntas para acelerar la intimidad. Con eso en mente, la posibilidad de cuestionar par llegar a un punto, Klosterman no solo decide desayunar el dinosaurio, habla sobre la caja negra que llevamos dentro, llena con nuestros secretos y las posibilidades que encuentra el entrevistador al ver las rendijas entre sus uniones y analizar parte de su contenido a través de preguntas certeras.
La propuesta inicial de entender la mente del periodista tan solo es una introducción para que ciertos libros, música, películas, clichés sobre romper instrumentos, eventos relevantes en la historia del deporte, la política, la estrategia del canal de la NFL para mantenernos atentos a su programación, los aciertos sobre la sociedad industrial y su futuro de Ted Kaczynski (pero sus grandes problemas al ser el Unabomber) y la soledad vista a través de nuestras múltiples ventanas, interiores y exteriores, que nos permiten observar el centro del torbellino de la cultura contemporánea.
Davidianos y Kurt Cobain rompiendo instrumentos solo porque el público exigía el acto que ya era parte de Nirvana, dos expresiones de destrucción para buscar aceptación, la ambivalencia que el mismo autor de Eating The Dinosaur parece vivir: “Todas las personas que he conocido en Nueva York o California me dicen que soy conservador”, escribe Klosterman. “El resto de América me dice que soy casi cómicamente liberal”.
Cada punto tocado en el libro parece intelectualmente satisfecho por ese disgusto, entre la grandeza y los datos oscuros de la caja negra, el interior de los hechos o en sus extensiones del caos, se trata del pesimismo dirigido por el exterior que incluso afecta las ideas de viajes en el tiempo, como Chuck Klosterman lo expone, cualquier visión del futuro nos lleva a la distopía, al momento complejo expuesto en Primer de Shane Carruth o a las diversas ironías en el cine de Werner Herzog, pero “observar a alguien sin contexto amplifica la experiencia. Cuanto más sabemos, menos somos capaces de sentir”.
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