The Devil and Daniel Johnston

Los primeros encuentros que tenemos con el objeto de este documental son sumamente contrastantes: primero lo vemos en 1985 con cámara en mano como “el fantasma de Daniel Johnston”, después leemos las frases “Creo en Dios y en el Demonio. El Demonio existe y sabe como me llamo”, y finalmente somos introducidos a su actual apariencia en un concierto, donde es presentado como "el más grande cantante-compositor todavía vivo", denominación que el director Jeff Feuerzeig utiliza a través de varias voces para definir a este torturado artista.

The Devil and Daniel Johnston depende de cuanto te guste el grunge (o al menos la música de la década de los 90) y el concepto de que todos los artistas están enfermos de una u otra manera. El documental ahonda perfectamente en ambos términos, ilustra la locura y representa el talento no descubierto del cantante/compositor Daniel Johnston, quien desgarradoramente descubre que la enfermedad es una forma más de explotar sus múltiples talentos.

La comedia y la tragedia se mezclan en la historia de Daniel Johnston, un hombre que sudaba talento desde su infancia, cayó en múltiples estados de locura y desbocó todas sus emociones a través de una interminable corriente de canciones y dolorosas grabaciones.

La película es una verdadera curiosidad que examina una de las figuras más extrañas y, a creencia de muchos, una de las más grandes de Estados Unidos. A sus 45 años, Daniel Johnston aun se conserva como un inadaptado artista que ha sufrido por décadas de enfermedades mentales, situación que le llevó a documentar de forma obsesiva su vida desde su infancia a través de una impresionante cantidad de vídeos caseros, cintas de audio, canciones y dibujos, permitiéndonos conocerlo no solo como artista, sino como un portador de demonios incontrolables.

Feuerzeig fue inmensamente afortunado de que Johnston hiciera una crónica minuciosa de su vida desde la Secundaria, brindándole al cineasta suficiente material para que la voz aguda y las frases desafinadas del cantante dirigieran todo el documental sin mucha ayuda externa, convirtiendo al “Poeta Vago” en algo fascinante. Gran parte del material es perturbador y desgarrador, especialmente los cassettes que capturan las peleas con su mamá y sus posteriores desvaríos sobre Satán.

A diferencia de muchos documentales donde se construye la historia con base en recreaciones, en The Devil and Daniel Johnston logramos ver todo a través de esa increíble recopilación de imágenes, documentos y recuerdos vividos que hablan mucho sobre su frágil psique. Gracias a los montones de piezas que Johnston recopiló en su vida, podemos presenciar ese cambio de la juvenil genialidad a la locura y construcción del culto a “la más grande estrella de folk”.

Como muestra el documental – desde su crianza fundamentalista Cristiana a sus rebeliones y múltiples intentos por dejar su huella en el mundo del arte y de la música a su descenso en las drogas y la inestabilidad mental- es el retrato de alguien a veces amigable, a veces aterrador, que invariablemente permite emerger lo más difícil de su personalidad. En ese nivel, The Devil and Daniel Johnston generalmente tiene éxito, porque cuando todos los artistas bailan con diferentes ritmos, Daniel es su propio movimiento, va en su propia dirección, la que le indica su estado mental – lo que agrega su legendario estatus romántico.

MTV, la ciudad de New York, West Virginia y Austin, Texas, son algunos de los lugares donde se desarrolla The Devil and Daniel Johnston. Es un documental en constante movimiento entre sitios, estados mentales y recuerdos ajenos que logran abarcar desde el principio de la leyenda (cuando sus amigos predecían un gran futuro), el ocasional fastidio en el rechinido de su voz, la creación artesanal y distribución del cassette “Hi, How Are You” y el creciente culto forjado a través de la camiseta utilizada por el vocalista de Nirvana, Kurt Cobain, quien rindió tributo durante meses al creador de una extraña rana de ojos alucinantemente alargados.

Desde joven manifestó problemas mentales, pero no fueron abrumadores hasta que entró en la mayoría de edad, momento en que huyó de su familia varias veces, se unió a un circo, se obsesionó para siempre con una mujer llamada Laurie, explotó como una de las grandes promesas de Texas con sus cassettes de manufactura casera y trabajó limpiando mesas en McDonald's, donde se convirtió en una extraña atracción para los hipsters.

Su inestabilidad le dio fama y un futuro prometedor, pero también lo llevó a los excesos del LSD, una efímera colaboración con los integrantes de Sonic Youth y a una creciente fobia por el Diablo. Su mundo se convirtió en una dualidad, con Satán y el Capitán América como objetos centrales de sus emotivas composiciones. Jeff Feuerzeig tiene éxito al mostrarnos los episodios maniaco depresivos de Daniel Johnston, las múltiples veces que fue internado por la seguridad de sus familiares y amigos y los continuos problemas que continuamente detenían su carrera, aunque paradójicamente cada problema impulsó cada vez más el culto.

Es una biografía convincente de un hombre que con cuatro décadas, cabello entrecano y obesidad (una imagen que contrasta terriblemente con su voz infantil), cuyos crudos talentos pueden ser vistos desde su original pero primitivo cómic y sus canciones al estilo de Bob Dylan que han sido objeto de covers por más de 150 artistas, entre ellos Sonic Youth, Beck, Wilco, Sparklehorse, Billy Corgan, Pearl Jam, Tom Waits y Flaming Lips.



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Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
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