A la par de una nota sobre la huelga de trabajadores de la versión impresa de El País, surgieron múltiples conversaciones sobre la necesidad de los medios impresos de adaptarse, diversificarse y, sobre todo, entender que un gran porcentaje de la población del mundo conectada a Internet ya no realiza el obligado viaje matutino hasta el puesto de periódicos y prefiere leer toda la información en línea.
No podría estar más de acuerdo. Después de 15 años
conectada he terminado de trasladar la mayoría de mis lecturas a Internet, y no sólo hablo de periódicos y revistas, también he sumado mi adicción a la literatura a esa idea de conectarse, buscar y descargar.
Hace unos seis meses comentaba esa idea con los viejos colaboradores de Rock Stage. En un departamento en el centro del D.F. platicaba con Arturo, el Bicho, César y Zamudio sobre mi recién desaparecido proyecto UPDT, un híbrido de blog y revista 100% PDF, y bajo el fervor etílico me negué a aceptar que era necesario el papel y ellos a su vez se negaron a aceptar el hecho de que tarde o temprano (yo decía que en unos cinco años) todos los periódicos y revistas abandonarían las imprentas y se trasladarían completamente a la red.
Tal vez estaba exagerando y alucinando por culpa del ente extraño que traía acurrucado en algún lugar de mi columna, pero después de ver las grandes ventas del Kindle, el reader de Amazon, la posibilidad de leer libros en el nuevo Nintendo DS, la maravilla que es el Plastic Logic, el incremento en las descargas de periódicos electrónicos y el hecho de que este año leí alrededor de 28 ebooks, vuelvo a esa idea: en un futuro no muy lejano ya no volveremos a utilizar papel o quejarnos/disfrutar la tinta en la yema de nuestros dedos.
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