El vaivén del pop efímero



Los nombres de Alaska y Nacho Cannut siempre van acompañados de respeto y el recuerdo de algunos de los mejores cortes que han salido de España... a excepción de ‘La Macarena’ de Los del Río (composición coreografiada en la que metió mano Alaska). Su relación creativa ya pasa la tres décadas, de ahí han surgido proyectos como Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, y Alaska y Dinarama. Los tres grupos fueron pilares de la movida madrileña y hasta la fecha son puntos recurrentes en las nuevas bandas españolas, pero también asentaron las bases para Fangoria.

Desde esos primeros proyectos Alaska y Cannut ya se había planteado el rumbo que seguirían casi dos décadas después, la diferencia es que Carlos Berlanga ya no esta incluido en el plan, principalmente porque la ruptura con él fue la que dio paso a Fangoria y su debut 'Salto Mortal' (1989). En ese primer álbum se postula lo que sería el resto de su carrera y lo que debería surgir en cada una de sus producciones. Desde ahí apostaron por la electrónica, letras muy personales y una imaginería sustentada por el glam, el gore y los cómics.

En 15 años la formula de Fangoria en realidad no había cambiado mucho, su disco 'Arquitectura Efímera' lo demuestra, estaba basado en los mismos postulados que fijaron en 'Salto Mortal', sin embargo el momento de la moda los rebasó y los volvió a alcanzar sin que a ellos les importara mucho.

Así de efímero puede ser el paso de un grupo, los integrantes de Fangoria lo saben, por eso eligieron ese título para el disco. Tomaron el nombre de una exposición de arquitectura de Chicago, lo eligieron por contradictorio y lógico, aunque también influyó la tendencia pop que cobró el material mientras se grababa. 'Arquitectura Efímera' es un título con muchos significados superpuestos, incluso la música de Fangoria fue clasificada así por su propios autores, ya que no confíaban mucho en que después de 10 años alguien recordara lo que hicieron, pero henos aquí, 15 años después regresando al álbum.




Esa esencia que tiende a desaparecer es la que sostiene a 'Arquitectura Efímera', un álbum de synth-pop que recopila esas letras que Alaska ya manejaba bastante bien en los 80 y que incorporaban ese ritmo cálido que sale de una máquina. Su forma de cantar, ya casi una marca registrada, se mantiene en esa línea indiferente que mastica frases macabras y logra con la vieja formula de verso-coro-verso clavarte con dulzura las canciones en el inconsciente, hablando del “amor coplero y bolerístico" que puede pasar sin problemas por Pet Shop Boys y hasta las rancheras.

Más que nada es sobre el desamor, un concepto más universal que incluye decepción, venganza, celos. Lo obsesivo y dramático del amor, toda esa pasión llevada al límite con doce cortes que sudan pop bailable, de ese que exige repetición para hacerte descubrir después de dos vueltas que ya casi dominas toda la letra.

Sin importar si Fangoria será reconocido dentro de 10 años (igual y les vuelve a tocar un revival), 'Arquitectura Efímera' fue uno de los grandes discos del 2004. Aún si su esencia está hecha para no durar mucho tiempo, Alaska y Cannut nuevamente dieron una lección de lo que se puede hacer con el pop, algunos sintetizadores, varias cajas de tinte rojo y un par de implantes de senos.


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