Paprika, sweet dreams are made of this



¿Dónde terminan las películas y comienzan nuestros sueños? La curiosidad por ver que tan profunda es la madriguera del conejo o simplemente comprobar la materia de la que se componen los sueños sigue siendo tema para crear, el juego de doblar la realidad es parte del cine desde los días de Georges Méliès, pero pocas veces ha sido tan increíblemente capturado el caos que hay dentro de ese instante como ocurre en 'Paprika'.

Es más que una mirada psicodélica, durante 90 minutos te hace ver las cosas desde una nueva perspectiva, el choque de ideas e imágenes animadas representan un futuro conectado, donde las puertas de la percepción nunca se cierran y liberan mundos alucinantes con puntos ferozmente intelectuales y provocativos, cuestionando la moral y la imaginación humanas a través de la identidad cultural y personal en un mundo saturado de información.

El anime del director japonés Satoshi Kon nos manda a esa histeria capturada por Philip K. Dick (convertida en momento palomero en compañía de Tom Cruise) o la obsesión por observar de 'Until The End of The World', los desordenes neurológicos y psicológicos son analizados y revelados a través del DC Mini, el artefacto que permite al terapeuta recorrer visiones y pesadillas que frágilmente están conectadas con la realidad.




En 'Paprika' los paisajes son siniestros, las fantasías son animadas de tal manera que la relación entre lo físico y lo capturado por una máquina recuerdan la manera en que la tecnología transforma visiones, tal como lo ha mostrado en años recientes el escritor Neal Stephenson. Satoshi Kon parte de la novela del japonés Yasutaka Tsutsui, adaptando la densidad del sueño y los modelos de comportamiento modificándose en la conflictiva intersección entre pensamiento humano y pensamiento artificial, incluyendo el encanto de conectarse y dejarse llevar.

Kon no se queda en el plano de descubrirnos de qué están hechos los sueños, escudriña en la psique y critica a la sociedad con una rareza experimental que de alguna manera se acerca a la obsesión que tiene David Lynch, con la diferencia de que los sueños son lúcidos y pueden ser interceptados por terroristas del sueño, capaces de invadir la realidad con una espectacular extrañeza visual que solo puede descubrir un fuerte personaje como el de Chiba a través de su relación con Paprika.

Al igual que en 'Perfect Blue' y 'Millennium Actress', el director nos lleva hacia una locura llena de energía, con escenas que se repiten y la sensación de que reconocemos algunos fragmentos de esos sueños ajenos. Sin embargo no adopta la visión apocalíptica de Hideaki Anno en la serie de 'Evangelion', Kon esta obsesivamente interesado en los disparadores psicológicos y las intenciones más profundas.




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