La colección de historias sobre Marte se extiende más allá de la colonización, la implantación de recuerdos o el futurismo de la estación del metro Chabacano, incluso se sumerge en la política marciana, como lo hicieron Edgar Rice Burroughs en The Martian Tales, Robert Heinlein en Stranger in a Strange Land y Kim Stanley Robinson en su trilogía Red Mars, Green Mars y Blue Mars. A final de cuentas todos, incluso los que bailan cha cha cha, hablan sobre periodos de impacto en la vida de los individuos involucrados, con sus heroicas y trágicas consecuencias.
La idea principal es que los marcianos poseen un conocimiento más allá del entendimiento terrestre, con habilidades telepáticas y la capacidad de crear ilusiones, en otros casos es una parada más en el espacio y refugio de exiliados de diversos planetas al estilo Douglas Adams. En el caso de Ray Bradbury los primeros en dirigirse en forma masiva al planeta fueron los rebeldes, inconformes y los afroamericanos, por supuesto que el libro fue escrito en plena era de lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. En la literatura los rumores de avistamientos de marcianos son algo común, pero todos las expediciones desaparecen sin dejar rastro. La pregunta continúa ¿Los marcianos todavía existen, o son ellos también sólo una ilusión?
Cuando el robot Curitosity amartizó exitosamente el lunes 6 de agosto de 2012 los sueños locos de los escritores de ciencia ficción se dispararon, todo por las primeras imágenes, que a pesar de no mostrar mucho hablan de una misión para buscar materia orgánica en el planeta rojo, componente esencial en todas las formas de vida que conocemos.
Para los científicos, lo importante de los primeros siete minutos de Curiosity en Marte no fueron las imágenes, sino la serie de procesos complicados que realizó el vehículo, desde una caída libre a una velocidad aproximada de 21 mil 600 kilómetros por hora, el escudo contra el calentamiento que se desechó en el descenso, encontrar un sitio propicio donde posarse y la suspensión momentánea de la comunicación con el robot. Para el equipo en la Tierra, estos instantes de incertidumbre fueron la parte más tensa de la misión tras el despegue. Para nosotros, el momento más importante fue cuando Curiosity comenzó a comunicarse con la Tierra para informar que se encontraba en una región conocida como el Cráter Gale.
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