Liza Jane, el alfa y omega de Bowie

Liza Jane, parecía ser el alfa y el omega de una misma historia, una que empezó con la reinterpretación de una canción estándar que marcó el inicio el 5 de junio de 1964 y el omega del silencio discográfico de David Bowie. Mientras la primera versión, con su sonido de inicios del rock and roll, es catalogada como la primera grabación de Davie Jones and The King Bees, la segunda es una aproximación que retomaba raíces y revolcaba el recuerdo con los años de experiencia.

Con esa misma dinámica del éxito que no tuvo en 1964 fue enterrada en un material inédito llamado Toy en el 2001. El principio y lo que parecía un final, hasta que llegó The Next Day, pero esa es historia para otro texto.

Las dos Liza Jane parecen los dos lados del paréntesis que albergan todas las personalidades de David Bowie, la búsqueda de personajes que inicia con una copia poco certera de muchas voces de la época, evoluciona a la absorción de múltiples fuentes, la creación de caracteres similares a otros, pero con sus singularidades excesivamente distintivas, y finalmente nos arroja al momento en que el personaje David Bowie en sí es único, abandona los disfraces construidos para el alterego y por tal razón su mejor acto es mantenerse en boca de todos pero al mismo tiempo invisible, tal y como ocurrió con The Next Day.



Lo que inicialmente fue una copia de fuentes como The Easybeats, The Kinks, The Merseys, The Mojos y hasta Rolling Stones, indicaba el indudable entusiasmo con una completa falta de dirección. La versión de Liza Jane del 2001 no está lejos de la amalgama de fuentes diversas, pero la actuación cuenta con un tratamiento diferente, las vocales están fuertemente distorsionadas, crean un sonido crudo que recuerda a los auténticas voces del blues del delta como Leadbelly o John Lee Hooker, pero retoma las raíces de Bowie en The Walker Brothers y Jacques Brel más una pizca de Tom Waits.




El resultado es Liza Jane en dos puntos diferentes de una historia, ambos muestran muy tempranas influencias musicales de Bowie, pero entre ambas hay una gran espacio, el mismo que hace que una dure dos minutos con 15 segundos y otra cuatro minutos con 47 segundos, es la expansión del aprendizaje de la primera (Davie Jones aprendiendo del rechazo, el fracaso y no ser un escritor nato) y los años de evolución de la segunda (las más de 10 mil horas aprendiendo las características básicas de la cultura en general para forjarse como compositor).

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