La vida dentro de la fábrica de notas

Kopimism.

Ctrl + C y Ctrl + V como una extensión natural de Internet de copiar y distribuir para dar acceso a todos, idea que antes de esa iglesia legionaria sueca le pusiera nombre, la adoptaron hace más de una década los primeros blogueros, distribuyendo hallazgos, dando a conocer grupos con valor agregado a la historia y por supuesto fomentando la comunidad a través de la competencia, pero sin olvidar citar la fuente cuando retomaban un texto ajeno.

Esas historias basadas en la búsqueda y la observación continua de páginas, el estreno de tracks únicos, la obsesión por la información profunda, libre de límites, sin líneas editoriales y basada en la relación con fanáticos con información de primera mano, un éxito con el que algunos perdieron de vista el esfuerzo que requería lograr contenidos únicos y que no tardó en evolucionar al acto de copiar, maquillar y pegar de la fábrica de notas de la actualidad, que reproduce y convierte en copias al carbón a la mayoría de las páginas dedicadas a la música (cine, literatura y tecnología sufren de la misma enfermedad), haciendo que seguir a un medio en particular no tenga ninguna distinción de otro que realiza las mismas prácticas.

Copiar, mover algunas oraciones y pegar. La nota en éste ambiente se convierte en un simple ejercicio que aplana aún más las características de la nota informativa. Tomar lo que otros escriben sin citar la fuente, buscar información o darle el mínimo valor agregado del que escribe ha hecho que la palabra bloguero a veces sea un insulto o un sinónimo de alguien que no trabaja como profesional, porqué su pasión por lo que escribe no es tan significativa como la serie de páginas que sigue y la velocidad con la que puede reproducir una nota para otro medio.

En la fábrica de notas la investigación se pierde, los medios se vuelven homogéneos y engendran otros más bajo los mismos términos (Ctrl + C y Ctrl + V). En la mayoría de los casos solo se trata de responder a números e intereses externos, cumplir una cuota de notas (sin importar calidad, si son iguales o una reproducción en episodios de un boletín) para obtener una acreditación. Quienes se rigen por ese control externo son precisamente los que no tienen interés en la cobertura completa y de calidad a través de la página y redes sociales, la reseña posterior al evento, la investigación, las entrevistas y la crónica, mucho menos el artículo, el ensayo y el reportaje, sus necesidades son cubiertas por las notas creadas en serie y a destajo, además de cumplir su objetivo: estar por estar y ser visto. Aunque siempre preguntan porqué otro medio está funcionando mejor.

Desafortunadamente la fábrica de notas es fomentada por quienes dirigen esos medios, anulando o sometiendo cualquier aspiración o ambición que tengan editores y escritores, quienes sí tienen poca experiencia no perciben la poca emoción que da esa rutina y la pobreza que significa aprender a copiar boletines de prensa sin valorar la información, pegar flyers sin agregar datos que amplíen los detalles. El ejercicio de copia y pega simplemente no permite desarrollar la capacidad de escribir una nota desde cero, un ejercicio que necesariamente debe realizar todo novato para ascender en el periodismo hacia géneros de fondo.

Esa mezcla de desapego y falta de hambre de crecimiento en escritores, editores y directores son fáciles de detectar, hay algunos signos en común: errores repetidos de la fuente (comúnmente los boletines), el mismo lenguaje, falta de detalles que demuestren investigación, también basta leer que todos hablan de un vídeo o una canción sin aportar análisis, un indicador de que no vieron ni escucharon, solo reprodujeron una nota que ya había sido manoseada con anterioridad. En pocas palabras, no genera contenidos, reproduce.

Así surge la necesidad de marcar diferencias, por ejemplo entre el generador y creador y curador de contenido, estos últimos toman, investigan, mencionan, comparten y redactan, verifican contenidos recibidos con software que rastrea copias o simplemente se protegen cancelando la combinación de esas teclas en su página porqué saben el trabajo que hay detrás y el valor que tienen sus textos.

En éstas palabras no hay ningún desprecio por la nota, es necesaria para mantener en movimiento a un sitio, todos crecimos a través de ella, es la primera herramienta de trabajo de todo periodista, bajo sus parámetros, reglas, manual de estilo y su continua repetición fortalecimos el músculo de la escritura; sin embargo al hacerla entrar a la fábrica, con su característica apariencia de machote con sujetos y fechas intercambiables, ha logrado que los medios especializados vivan de la palabra con apatía y un completo desinterés por su objeto de estudio, la propia música.

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