Con todas las probabilidades de revelar el interior del grupo y portarlo en el exterior, como decía la canción incluida en The Division Bell, Nick Mason decidió seguir fiel a la idea que llevó a Pink Floyd a refugiarse en la oscuridad bajo luces derritiéndose y a construir a su alrededor un monumental muro, idiosincrasia que ha mantenido y respetado la individualidad y privacidad de sus integrantes hasta la fecha.
Por esa razón Inside Out no es precisamente para quien espera conocer detalles personales, esos datos pueden encontrarlos en otros lados, éste libro es para quien quiere conocer la historia de Pink Floyd desde una perspectiva personal, la del interior formada por recuerdos y no declaraciones a terceros.
Eso significa también que es una visión parcial, como lo demostraron las múltiples aclaraciones y tachaduras que realizaron los otros tres integrantes cuando leyeron el borrador, quienes aportaron más detalles y en algunos casos, como el de Roger Waters, implicó tachar páginas completas y agregar la palabra "bollocks" muchas veces.
Sin embargo, al sacar toda la información personal, Mason logra llevarnos a la espectacularidad que acompañó al grupo desde sus pasajes experimentales a finales de los 70 hasta los grandes preparativos detrás de sus presentaciones en vivo, de ahí surgen las mejores historias. Con muchas explicaciones conocemos el proceso del crecimiento del equipo y la construcción de sistemas de iluminación que en esa época no existían, la manera en que los estudios de arquitectura que abandonaron se convirtieron en su fuerte al ir creciendo el escenario, en muchas ocasiones Inside Out se convierte en un manual detallado de como escalar como banda a nivel técnico con cada agregado al staff.
Siendo una banda que surgió de la experimentación, el baterista y autor de éste libro logra revelar cada fragmento alrededor de la música, desde sus inicios en la escena underground que exigía performance, visuales e intercambio de música por imágenes, permitiéndoles colaborar no sólo con centros culturales emergentes también con directores independientes con los que Pink Floyd se fue desarrollando como un espectáculo de grandes proporciones, un intercambio que generó imágenes impactantes acompañadas de un soundtrack igual de majestuoso, mostrando al cine como un lugar donde también era válida la experimentación del grupo.
Por supuesto, son inevitables las historias sobre Syd Barrett, la forma en que lo alejaron un día (simplemente dejaron de pasar por él antes de ir a una presentación), la reestructuración de la banda sin su principal compositor, el crecimiento de Roger Waters como líder en el proceso creativo (aunque la mayoría opinaba que ese lugar lo tomaría David Gilmour), la separación de Richard Wright, el odio del punk hacia las indulgencias de Pink Floyd al hacer música (aunque algunas bandas grabaron en su estudio), el desarrollo de la librería de sonidos de Abbey Road que muchos músicos siguen utilizando en la actualidad (producto de las excentricidades y necesidades sonoras de Pink Floyd ), el crecimiento de un ego sobre el resto de los integrantes que primero dio discos conceptuales y por último trabajos con objetivos personales no de conjunto, la pelea por el nombre de la banda y finalmente una reunión, que a pesar de llevarse a cabo con cierta tensión, permitió ubicar al grupo en un plano dentro de las influencias y lejos de las controversias internas.
De la misma manera aborda el proceso detrás de cada grabación y concepto, pero no al nivel Classic Albums o algo mucho más profundo aún; la adopción de Algie (el cerdo volador) como uno de sus símbolos y todos los conflictos que ocasionó su presencia; de ahí partimos para conocer más a Pink Floyd y sus integrantes. Si, hay una descripción de como se fueron encontrando cada uno, pero las anécdotas no son tan profundas como en otras biografías, a final de cuentas no se trata de los individuos, sino del conjunto.
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