Cuando escuchas los sonidos que surgen de Islandia reconoces que hay algo especial, dulce, como de ensueño que posiblemente emerge de una laguna azul de aguas termales, lo reconoces en la música de Múm, Sigur Rós y Björk, incluso en la de Sigríður Níelsdóttir, la abuelita que se inició en las grabaciones de formato casero a la tierna edad de 70 años.
Pero el estilo de ésta dama de culto es de mucho más baja fidelidad de lo que podemos imaginar, no se trata únicamente de instrumentos retro o viejos teclados que brindan posibilidades de cambiar de ritmo, Sigríður Níelsdóttir iba más allá con lo análogo de sus grabaciones en cassettes reciclados en la biblioteca local, mezclados en un estéreo casero con el viejo estilo de cinta a cinta y el uso de muchos elementos de su cocina para crear efectos de sonido de cascadas, pajarillos, arena y hogueras crepitando, además de la colaboración vocal de uno de sus gatos.
El director Stuart Rogers comprendió la importancia de la abuelita lo-fi, la entrevistó en su casa llena de bordados y recuerdos de tres países diferentes, amores perdidos en el fondo del mar y perros dejados atrás en una granja en Brasil. Convertida en una artista sumamente productiva con más de 600 canciones, impactando a los músicos antes mencionados por medio de sus 59 CDs y sin haber realizado ninguna presentación en vivo.
Mientras descubrimos su vida, se nos va revelando el proceso de composición y producción de todas sus canciones, además de escuchar covers realizados por sus fanáticos en pequeños vídeos que muestran de fondo las composiciones y collages realizados por la propia Sigríður Níelsdóttir.
Parte danesa y alemana, pero radicada en Reykjavik, la abuelita lo-fi crea música de sonidos élficos, encantadores e innovadores, directo sonido casero y do it yourself libre de parámetros de edad que a través del documental descubrimos como la alegría pura de la creatividad.
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