Turn On, Tune In, Drop Out


Hace nueve meses inicié el experimento con I-Doser, realmente no pensé que me tomaría tanto tiempo, sobre todo porque quería probar todas las dosis en tres días y ver que pasaba, después tuve que restringirme y calculé que por ahí del mes de marzo ya habría terminado, sin embargo nunca tomé en cuenta que mi situación sería diferente.

Cuando empecé mi versión de Turn On, Tune In, Drop Out (el experimento de LSD de Timothy Leary) tenía una vida fragmentada, transcurría en cortas unidades de tiempo inmersas en muchos reposos y por consecuencia tenía suficiente tiempo para probar una dosis diariamente. Pronto el reposo obligado llegó a su fin y las ganas de andar en la calle y hacer muchas cosas dejaron las sesiones en último lugar.

La otra razón por la que el experimento tardó tanto fue que el interés inicial se perdió. La verdad no perdí la emoción de sentir, pero pronto descubrí que las indicaciones del fabricante algunas veces ofrecían un gran discurso y poca eficacia, la realidad es que si nos basáramos simplemente en su explicación de cada droga uno terminaría alucinando al llegar al último punto.

Ahí tendría que explicar que fue necesario dividir las dosis, no podía simplemente meter la mano en el bolsillo y probar lo que saliera, fue necesario aprender a escuchar y probar dosis ligeras para llegar a las dosis que en YouTube muestran personas viajando solamente con el ruido astutamente manipulado. Sorprendentemente esas fueron las dosis que tuvieron mayor efecto, porque se trataba de sesiones que cambiaban el estado de ánimo, sólo comprobar que podía salir de los estados depresivos, sentirme eufórica y dispuesta bastó para que siguiera buscando dosis diarias.

La emoción creció cuando probé Adrenochrome, las sensaciones fueron tan fuertes, la inmovilidad tan agresiva y las alucinaciones auditivas tan reales que creí que los sonidos que emulaban drogas fuertes podrían funcionar. Obviamente era una ilusión, no ocurrió nada de eso, empecé a tener siestas sumamente incomodas, pesadas, innecesarias. Por ahí de la dosis 50 ya estaba realmente fastidiada, pero seguía con la idea de probar, pero con menos tiempo para experimentar.

En algún momento empecé a olvidar cosas, demasiados ruidos moviendo neuronas, fue necesario un largo descanso porque en verdad ya no sentía nada, simplemente me dormía y despertaba unos segundos antes de que acabara la sesión para escuchar los últimos zumbidos, y la cantidad de palabras que se me olvidaban empezaba a ser preocupante. Así que después de una leve desintoxicación binaural, una dieta rica en nueces, vitamina B y hierro, decidí continuar.

Se me acabaron las drogas duras y entre a las dosis rápidas, el resultado fue el mismo, muchas sensaciones extrañas, alguno calambres, las manos temblando, el movimiento de flotación en tierra firme, cuello torcido, pesadez, más siestas de media tarde, nada espectacular, ninguna alucinación, a veces nauseas y dolor de cabeza, pédida de interés, pero ya no de memoria.

Para el momento en que llegué al paquete erótico (cómo yo lo llamaba) ya había pasado por drogas recreativas, alucinógenos, sonidos de prescripciones médicas, sesiones espirituales, drogas de diseñador, estimulantes, sedantes, tranquilizantes, ruidos experimentales y esteroides, un junkie binaural hecho y derecho, pero sin dependencia. Lamentablemente las dosis sexuales (como las llama I-Doser), que se leían excesivamente divertidas, no surtieron ningún efecto, me mandaron a dormir en lugar de despertar mis sentidos, con lo que afirmé lo que ya sabía desde muchas sesiones antes.

Tal vez algunas dosis funcionen en otras personas, pero estoy segura que no todas los estupefacientes de I-Doser sirven para algo, a menos que sus intenciones sean recreativas y experimentales, así que si lo que buscan es drogarse con sonidos no lo lograrán, en cambio si buscan modificar su estado de ánimo, relajarse o incluso alcanzar la creatividad probablemente lo conseguirán, porque es posible gracias a este método llevar al cerebro a producir ondas lentas, como las alfa, asociadas a los estados de relajamiento, o aún más rápidas, como las beta, relacionadas con estados de vigilancia y concentración.

El fenómeno neurológico produce una especie de hipnosis sonora, ya con eso se puede decir que no es una pérdida de tiempo, 106 drogas después puedo afirmarlo. La verdad es que I-Doser ya tiene muchas más drogas, ya deben estar cerca de las 150 con tanta droga para mejorar tu actuación en juegos de video, sin embargo yo aquí termino mi experimento, me quedo con al menos 10 dosis en mi iPod que han resultado bastante interesantes y me han servido algunas veces.

El inicio
A La Mitad

0 comments:

Publicar un comentario

 


Sobre Karipunk