Hoy finalmente terminé ese proyecto, 64 páginas que me llevaron durante tres meses por diferentes estados de ánimo, desde la euforia y la extrema concentración hasta el hastío, la desolación y la idea de que estaba intentando abarcar algo demasiado grande para mí. Hoy finalmente lo terminé, empaqué y quemé, sólo me falta esperar una última parte para abrazarlo y presumirlo.
La cuestión es que, después de dedicarle más de ocho horas diarias al proyecto, nuevamente tengo entre manos un montón de horas medio vivas y medio muertas, otra vez tengo que aprender a administrar el tiempo para no sufrir el síndrome del mapache (un término que aprendí hace unos días) y nuevamente tengo que revisar la pila de cosas acumuladas: 10 revistas sin leer, cuatro películas en la computadora, 12 DVDs apilados al lado de la TV, unos cinco discos sin escuchar, nueve libros en espera, al menos cuatro personas olvidadas en ese largo momento de concentración y una tonelada de cosas en las que pensar… parece que los siguientes días van a estar llenos de café.
Mmmhhh café...
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