Una gran muestra de lo que se ha convertido la industria del entretenimiento, con un mercado en constante crecimiento en todas las áreas que puede abarcar. Estos juegos son el producto de artistas, ingenieros y productores, cuyo trabajo deriva en una nueva forma contextual interactiva y orgánica que aprovecha al máximo la versatilidad del medio. Los juegos electrónicos se han convertido en el más fresco e innovador medio para experimentar y explorar nuevas formas de hacer algo, incluida la música.
Aunque la música aparentemente es uno de los elementos menos notorios dentro de un vídeojuego, es la constante, cualquier sonido es fundamental para su éxito o fracaso. La música creada para los juegos de vídeo se ha convertido en un producto muy fructífero para directores y compositores, al grado de que hasta los más conocidos han tratado de incursionar en el medio.
El desarrollo del audio y efectos de sonido se extiende hasta el distante pasado de los juegos electrónicos. Al igual que el audio para las películas, los sonidos no fueron parte de ellos desde un principio debido a limitantes técnicas. Fue hasta los días del Pong y Pac-Man que la compañía Atari integró ciertos sonidos a los juegos. El audio de estos era sumamente repetitivo, pero tuvo un impacto enorme sobre la creación de música específicamente para videojuegos.
Al paso del tiempo, los pasajes musicales para cualquier tipo de juego, sin importar el género, fueron mejor conocidos como gamey, término que trata de englobar las cualidades electrónicas y tonales de un pasaje o partitura, que en otros términos podría ser considerado como un loop, una secuencia de sonidos que se repite una y otra vez. Pasaron muchos años antes de que los gamey se distanciaran de ésta definición, ya que a partir de la década de los 90 la música para videojuegos se convirtió en un excelente medio para la experimentación vía el chiptune, un género que habla de la integración de elementos de consolas, sonidos y tonos típicos de quienes crecieron frente a un juego de arcadia.
Superadas la era de los 8 y 16 bits, los juegos de peleas, carreras y extensos vuelos encontraron un mayor énfasis a través de los beats del techno y la música grunge, que brindaron a los jugadores una mayor sensación de competencia y agresividad, con lo que se logró establecer un escenario y tiempo de acción, además de romper con la monotonía que implica ver el mismo personaje y escenario de forma continúa.
Por su parte los juegos de simulación, acción, aventura y RPG necesitaron que su música tuviera otros propósitos, brindándole al juego sentimientos y comportamientos acorde a las acciones en pantalla, prevaleciendo el jazz, música minimalista, instrumental y la electrónica, con los que se logró que el juego tuviera ciertas entonaciones que permitieran vislumbrar lo que sucedería dentro de un escenario.
La música para videojuegos se ha convertido en una parte importante para sus creadores y para los mismo realizadores de música, al grado de que los Grammys ya contemplan un premio a "Mejor Soundtrack para un Juego Interactivo". Aunque en su mayoría los compositores de música para videojuegos son totalmente desconocidos para el público en general, pero reconocidos en el medio en el que se mueven, también algunos personajes más conocidos han decidido involucrarse en los videojuegos y experimentar un poco con su música y su propia voz. Tan sólo para dar algunos ejemplos tenemos a David Bowie, Fatboy Slim, Chemical Brothers, Prodigy, Future Sound of London, Run DMC, Public Enemy, Afrika Bambaataa, Dead Kennedys, Goldfinger, Primus e incluso Michael Jackson y el gran Louis Armstrong.
Obviamente ya no es necesario ser un obsesivo de los videojuegos para poder escuchar ésta música, ya que en diversos sitios de ventas en línea o en varias tiendas de discos podemos adquirir el soundtrack original de diversos juegos. Algunos de los discos más recomendables de la primera época, antes de las bandas sonoras de FIFA o Grand Theft Auto curadas por grandes nombres, son: cualquiera de ‘Final Fantasy’, ‘Chrono Trigger’, el rapero ‘Thrasher, Skate & Destroy’, ‘Metal Gear Solid’, ‘Castlevania: Symphony of the Night’ y de beats electrónicos ‘Wipeour XL’; o sólo basta revisar algunos sitios web para encontrar loops, remixes o canciones completas para obtener los mejores soundtracks simplemente para disfrutar sin tener que jugar.
Esa idea prevalece en la serie web de RedBull, Diggin' In The Carts, explora la influencia que tuvo ésta música en personas que a diferencias de otras, expuestas a la radio y los hallazgos en las tiendas de discos, pasaron gran parte de su infancia escuchando lo que salía de la consola casera o depositando cientos de monedas en las maquinitas, siendo impactados por la evolución de esa tarjeta de audio que brindaba pocos tonos pero que logró activar el oído de proyectos como Anamanaguchi, Flying Lotus y Thundercat.
Los tres actos no dudan en imitar esos sonidos a través de su música o en forma de onomatopeya para Diggin' In The Carts, exponen la influencia y la manera en que los géneros populares impactaron los sonidos creados para el vídeo juego y como estos a su vez hicieron un recorrido a la inversa para que emergiera el chiptune y sus variantes como una nueva forma de expresión.
Texto inicial, publicado originalmente en la revista Rock Stage
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