Empezó como un “weeey mi random ya suena antigüito, pásame música!!”
Aunque diariamente intercambio música con algunos amigos, hace mucho tiempo que no me veía en ese instante de reflexión, pensando en un archivo comprimido como símil de las viejas cintas que solía grabar… hace muchos años. Lo primero que pensé fue incluir toda la música nueva que tenía, pero después aparecieron las cosas nuevas que me alucinaban, seguidas de las cosas viejas (nuevas para mí) que me alucinaban, pero eso también me llevó a pensar en las cosas que le gustan a ella y que podrían chiflarla.
La última vez que grabé una cinta fue hace 10 años, recuerdo que más que impresionar a esa persona con mi gusto musical, quería que me conociera, que entendiera los sonidos que había en ese espacio entre oreja y oreja. Pensando en eso, hace unos días le pregunté a esa persona por esa cinta de 60 minutos, todavía la guarda aunque ya no tiene donde reproducirla, pero pudimos recordar que contenía música de Pixies y Cocteau Twins… por cierto otra vez olvidé preguntarle que opinaba de ese cassette.
A pesar de no separarme de mi iPod y el playlist de mi computadora, no puedo olvidar que fui parte de esa cultura del cassette, que acaparé discos de vinil y guardé una copia que después un auto estéreo o un Walkman se comió o que se perdió cuando hice la transición al CD. Y si, tengo una larga historia con el arcaico cassette… mi hermano solía decirme que de tanto buscar la continuidad perfecta acababa con la existencia de las cintas… también recuerdo a ese amigo que de vez en cuando insistía en meterme su pasión por The Cure vía cassettes personalizados, el muchacho de barba trepidante tipo Iron & Wine que conservaba grabaciones de programas de Rock 101, la Pantera y Espacio 59, y el otro amigo que en un momento de… ¿locura? ¿obsesión? dedicó los 90 minutos íntegros de un cassette a November Rain de Guns N’ Roses, un soundtrack que nos acompañó en algún viaje de más de 90 minutos en el Datsun…
Más que una colección de sencillos, al menos eso pensaba cuando grababa un cassette, sin embargo esa visión cambió cuando un primo me habló de los Boom Box Experiments, las orquestas conducidas por Flaming Lips con cientos de cintas reproducidas en grabadoras portátiles y en el estéreo de múltiples autos, una exhibición y tributo a la cultura del cassette que de hecho fue una gran gira por Estados Unidos a finales de la década pasada. Algo brillante que después logré experimentar cuando el álbum Zaireeka fue lanzado en CD, con sus 4 discos que individualmente eran geniales, pero que tocados al mismo tiempo hacían un todo espectacular y que provocaron una reunión con cuatro equipos de sonido, una planeación de conexiones, una ubicación exagerada de bocinas y unas cervezas insipidas.
Después de divagar en unos 20 años de cassettes, CDs quemados e intercambios habituales en MSN, he terminado ese archivo comprimido para renovar a mi amiga, el Mit Tape (o Mit Zip) es una versión que a final de cuentas no puedo ordenar a mi gusto, pero parece cumplir con las alucinaciones, las novedades y los descubrimientos de rigor, no sé si los personajes de High Fidelity aprobarían la lista, pero bueno, ¿quién se fija?
El experimento de las grabadoras
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