En medio de la multitud, sin dejar mi habitación


Cerveza en vasos de plástico… listo. Hamburguesa de carne de dudosa procedencia, pero extremadamente deliciosa… Listo. Montones de personas sudorosas brincando… Listo. Inventario mental de las canciones que quiero escuchar y por las que voy a gritar “auuuu!!!”… Listo. Suficiente ancho de banda para llevar el concierto a mi habitación… lo que inició en el sistema PPV se trasladó al territorio de Internet a finales de la década de los 10 y se convirtió en el rescate de muchos en la época de distanciamiento social, dejándonos ver cuál podría ser el futuro para disminuir la huella de carbono.

La verdad no le entré mucho a los conciertos de Second Life, a la experiencia multijugador masiva con conciertos en Fortinite con un avatar representativo de mí bailando en medio de una audiencia igualmente virtual, principalmente porque no tengo suficiente capacidad para quedarme en una sola página sin recordar que quiero buscar otras 20 cosas más… pero si he estado disfrutando de mucha música en vivo sin boleto y desde el sofá, la silla del escritorio y a veces desde mi cama.




Aunque la belleza de un concierto es estar ahí y sentir ese estado mental de unión masiva, algo que no se puede capturar desde la pantalla de la computadora o de la televisión, he tenido que adaptarme a ese nuevo estado de interacción silenciosa que te permite moverte alrededor del cuarto ante cualquier buffering y regresar unos minutos después para descubrir que el concierto ya está listo.

Tan solo para no oxidarme en lo que nos permiten regresar a las sudorosas multitudes, recordé las anteriores ocasiones en las que disfrutamos conciertos y festivales divagando entre Current, YouTube, Vimeo, Metacafe, Blip TV y de vez en cuando en From The Basement de Nigel Godrich, los pequeños conciertos portátiles de Vincent Moon, The Takeaway Shows, ahora adaptados a #StayAwayShow en su cuenta de Instagram y que derivaron en más sesiones por el estilo, la modalidad de festival de Couch By Couch West y en México la serie Back To Basics, con conciertos desde salas de ensayo, un digno antecedente de lo que vemos en estos días.





Con un poco de paciencia en esa época, hace 10 años y con una red más lenta, descubrí cosas increíbles, como el concierto de Sigur Rós en MoMA, el backstage de Portishead, un dueto entre El Perro del Mar y Lykke Li, y montones de fragmentos de conciertos a los que seguramente no hubiera asistido… nada mal para no haber salido de la habitación.

Al terminar el año pasado preguntaba qué sucedería con los conciertos en el 2020, en consideración de los estudios sobre el impacto que tiene en el planeta una gira, Billie Eilish, Massive Attack y Radiohead ya habían anunciado que empezarían a realizar acciones al respecto, pero el Covid-19 y la imposición de toques de queda, cuarentenas y aislamiento social empezó a dar la respuesta al futuro de la música en vivo.

Vivimos el festival musical más grande de la historia y nos estamos perdiendo la mayoría de los conciertos, del Cuarentena Fest en España, al Isol-Aid de Australia, el #MeQuedoEnCasaFest en México, las referencias noventeras Casapalooza y Pijamalooza y los esfuerzos individuales reunidos en Instagram, Facebook y paginas como Songkick y Koir, impulsada por Zola Jesus, descubrimos las nuevas posibilidades y la manera en la que algunos foros (el Alicia ya empezó transmisiones) y marcas han adaptado su modelo de negocios para apoyar a la industria de la música cuando el futuro está lleno de incertidumbre y necesitamos la música para lograr un balance en nuestras vidas.

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