En un minuto su álbum debut es considerado uno de los mejores de la época, al siguiente se someten a una larga batalla legal que retrasa su siguiente material cinco años. Es un fracaso, la banda se separa. Corte al 2011, cuando estos cuatro hombres se reúnen para anunciar su regreso, comenzando con un gran concierto en Manchester en junio de 2012.
Dos décadas después volvemos a encontrarlos, ahora como la influencia y un recuerdo emotivo para muchos fanáticos de The Stone Roses, que a través del documental confirman que estar hecho de piedra no es precisamente ser del material más duro, sino uno anclado sensiblemente en la psicodelia, el punk y la ventana de las probabilidades de lo que no ocurrió tras las batallas tanto al interior del grupo como con el sello discográfico.
The Stone Roses logró una rara hazaña con su debut homónimo de 1989, le habló a una generación sobre su propia existencia, pero al mismo tiempo produjo algo atemporal que ha logrado pasar por varias generaciones con el mismo impulso emotivo que logra capturar la película Made of Stone, posiblemente mejor reflejado en sus seguidores que al interior del grupo. Tal y como se mostraron al inicio de los 90, prefieren guardarse las palabras y dejar que la música hable por sí sola, incluso cuando se trata de desentrañar al grupo en sus momentos de amargura.
En The Stone Roses: Made of Stone, de Shane Meadows revive esa historia al tiempo que sigue a la agrupación en su gira de reunión en el año 2012, sin embargo el director decide desde el principio abandonar el documento de carácter periodístico o histórico y deja que su misma postura como fan se apodere del filme. Elige pasar el mismo tiempo con los fans como lo hace con la banda, pero en vez de capturar la visión de los sentimientos en los cuatro integrantes, busca recuperar la emoción de la primera vez.
En gran parte, Made of Stone es un relato del fan encontrando sus emociones con el regreso de la banda, se convierte en una guía de la música y su influencia masiva mientras ocurren el encuentro, los ensayos, las conversaciones de planeación, la concentración de The Stone Roses antes del primer concierto y los abrazos sudorosos del final. No es un documental para acercarse a la banda, sino a su influencia, que probablemente no es la misma en todos lados, pero a través del documental se percibe la emoción del fanático al recuperar algo que creía perdido o encerrado en los parámetros de un disco.
La película puede inspirar un fervor casi religioso en algunas partes, pero ese es el objetivo de Meadows casi desde el principio, quiere transmitir la pérdida en su propia historia, cuando después de un viaje de ácido se perdió uno de los conciertos históricos de Stones Roses, por eso no duda en mostrar su gran emoción al haber sido comisionado por el propio vocalista, Ian Brown, para documentar su regreso; mucho menos oculta su preocupación al descubrir que las personalidades inaccesibles del pasado todavía pueden arruinar conciertos.
El director no trata de romper el misterio o capturar las grietas al interior de la banda, proporciona algunos datos para brindar un contexto histórico a quienes no la conocen, no busca contar la historia de la resurrección de The Stone Roses o su segunda venida, dirige la cámara hacia la leal base de fans que entienden su necesidad de ser adorados por su música.
Meadows divide su atención entre los cuatro integrantes (Ian Brown, el guitarrista John Squire, el bajista Mani y el baterista Reni) en y fuera del escenario, y las hordas de fanáticos que los adoran y llenan sus conciertos durante la gira de reunión. Pone la banda y su música en el contexto de lo mucho que ha significado para la gente en los últimos años, lo cual es siempre fascinante, no importa si tú estás fuera de la influencia.
La secuencia con la que abre y cierra The Stones Roses: Made of Stone es una muestra de ese estado de emoción. Meadows inicia con una larga secuencia de Ian Brown en comunión con el público, mientras que escuchamos la voz de Alfred Hitchcock hablando noblemente sobre la felicidad y como se encuentra en las cosas que son creativas y no destructivas: “Sí vas a crear algo, creo que eso es lo más feliz que podrás estar nunca”. La reunión así se percibe al principio y al final, cuando las manos se unen, los rostros sonríen extasiados ante la cercanía del vocalista y la forma en que toma de una de esas manos un teléfono celular para proporcionar una grabación mucho más cercana de lo que cualquier podría esperar.
El inicio y el final cierran el círculo del fanático. La pieza central de Made of Stone no son los ensayos, la sorpresiva conferencia donde anuncian su reunión o las pláticas donde el grupo se prepara intensamente para su regreso, el centro del documental es el concierto gratuito de calentamiento que dieron en Warrington Parr Hall. El anuncio se realiza a través de estaciones de radio, medios electrónicos y redes sociales, el momento de revelación es perfectamente capturado por Meadows, el director tan solo tiene que esperar con la cámara para ver como llegan corriendo los primeros fanáticos hacia el auditorio.
La escena se prolonga durante largo tiempo. Es divertido, emocionante y sobre todo conmovedor ver a estos fans apresurándose, llamándose unos a otros transmitiendo la noticia, explicando lo que ésta banda y el reencuentro significa para ellos - un hombre dice que la banda influyó en su actitud y decisión de no llevar corbata, mientras que otro aficionado, que no quiere sonar “demasiado filosófico” explica que The Stone Roses es el álbum que reproduce cuando sucede algo grande en su vida-. No tienes que se seguidor de Stone Roses para entender estos sentimientos, uno simplemente tiene que tener un disco que cambió su vida.
Medows lleva el momento más allá introduciéndonos a ese concierto gratuito, nos involucra en la forma en que 500 personas demuestran su lealtad con el paso de los años, adorando a la banda durante el espectáculo y hablando aturdida después de ello, mostrando lo que la energía en vivo puede significar para aquellos que realmente han vivido la música, sobre todo cuando la única condición para lograr el acceso a ese momento ha sido mostrar su lealtad con un disco, cualquier tipo de memorabilia o una evidencia de haber sido forjado por Stone Roses, en algunos casos incluso eso significa ser el gemelo perdido por Ian Brown en pleno 2012.
El director captura la diferencia entre el antes y el después, la expectativa y la reunión al interior del grupo y en sus fanáticos, nos brinda múltiples imágenes de la emoción de quien ha vivido de recuerdos y ahora recupera a su banda, nos lleva a la inevitable energía del que escucha nuevamente o por primera vez en vivo las canciones que ha reproducido sin parar durante 25 años, sin embargo Made of Stone pierde ese momento al encontrarnos con la banda de gira. Después de que el baterista abandona el escenario en Amsterdam, Meadows pierde cualquier perspectiva periodística y se asume como fan, deja ir la oportunidad de presentar los hechos para refugiarse en la seguridad de saber que todo se arreglará.
Aquí Meadows primero es fan y después director. La falta de interés periodístico puede ser una debilidad, pero la postura de fanático del director crea algo totalmente diferente dentro del espectro de documentales de reuniones de grupos que siempre buscan justificar un regreso, es un emotivo homenaje a una de las bandas más importantes de Inglaterra y como se ve a través de los ojos de sus seguidores.
El documental requiere cierto conocimiento de la banda, el grupo no es presentado hasta muy avanzado The Stone Roses: Made of Stone, los datos que proporciona son solo puntos clave para entender su trayectoria superficialmente. No hay detalles de los diversos enfrentamientos en la actualidad. En cambio, captura sus personalidades, la manera en que trabajan y como se unen para tocar canciones memorables para sus seguidores. Tampoco intenta reflejar lo que hay detrás de la cruda energía y la dinámica entre los integrantes durante los ensayos o arriba del escenario, mucho menos es una crónica de conciertos a lo largo de la gira de reunión. Ese es el foco de atención, pero Meadows lo utiliza para contar una pequeña historia de una banda de Manchester demostrando la marca masiva que dejó en la cultura popular con solo dos discos.
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