Así como Los Olvidados de Luis Buñuel suscitó reacciones violentas tras su estreno el 9 de diciembre de 1950, que hasta exigieron su expulsión del país por mostrar a los que padecen circunstancias aplastantes en un México “moderno y progresista” con víctimas directas que parecen existir en el inconsciente, el filme de Escalante (con sus claras diferencias de definición, códigos analíticos y premisas estéticas) causa el mismo escozor al mostrar esa grieta inquisidora que a fuerza de sobre exposición hemos logrado amortiguar en nuestra mente, pero que no por esa razón deja de ser terrible y brutal.
Filmada en Guanajuato, Heli prácticamente es cualquier México, tan árido y polvoriento como el sudor de sus personajes centrales, reconocible pero no distintivo, anónimo como la mayoría de las víctimas de la violencia provocada por el narco en nuestro país. Es una realidad que existe y es motivada por titulares, vídeos de YouTube y fotografías extraídas de los medios de comunicación mexicanos, alrededor de los cuales el director tejió una situación ficticia de eventos desafortunados relacionados con el ejercito, dos paquetes de cocaína y una pareja que ve en ellos un futuro, se trata de delincuencia escondida y una sociedad abandonada por la justicia para mostrar una apariencia sumamente golpeada en los últimos seis años. Efectivamente no es el mejor rostro de un país, incomoda tanto como El Jaibo de Buñuel.
Es un filme violento que no necesita mostrar el cinismo de otras películas relacionadas con el tema del narcotráfico, claramente no puede evitar los cuerpos colgando de puentes peatonales, las balaceras, el asesinato de un cachorro, la tortura, la inmolación genital o la idea de violación, sin embargo lo que más lacera al espectador (el mexicano que ya ha sido expuesto de todas las formas posibles a éstas imágenes, no el público de Cannes que abandonó por esas escenas la sala) es la posición vulnerable a la que son expuestos Beto, Estela y Heli, además de su esposa y su hijo de menos de un año, en ese caso las únicas consecuencias posibles son perder la vida o algunos restos de humanidad.
Con escenas de indiferencia judicial, local y policial, el sexo y la violencia llegan a un momento donde la vida sigue a pesar de accidentes no provocados, aún así Heli no es una introspección psicológica, más bien toma el otro lado de la fotografía que no se ha mostrado en los medios de comunicación, está del otro lado del lente en el que se encuentra la sociedad, como si se tratara del ojo de un reportero gráfico inverso capaz de no olvidar las problemáticas y las angustias de determinados sectores de la población que no ve en la televisión la simbólica quema de toneladas de marihuana y cocaína.
La película nos da verdaderos golpes visuales que incluyen asesinato y tortura, pero nos da unos piquetitos de aguja aún más dolorosos al mostrarnos como el futuro se arruina en un solo cuarto, en cierto momento nos recuerda que otros jóvenes están perdiendo su candidez al ser iniciados en el negocio de la violencia, llevándolos de un juego de vídeo a la práctica de la tortura en muy pocos minutos. Al final el director Amat Escalante no adopta una perspectiva esperanzadora, pero logra unir en un solo sueño la inocencia inherente de los niños y la inocencia perdida de México.
Director: Amat Escalante
Producción: Jaime Romandía
Reparto: Armando Espitia, Andrea Vergara, Linda González, Juan Eduardo Palacios
Duración: 105 minutos
Publicado originalmente en Icónica
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