La gente más joven ve a Pinochet como algo completamente lejano, con No incluso lo vemos poco, pero nos posiciona en el momento en que cuajó la franja política del No, en el plebiscito de 1988, el cual concluyó con la dictadura no por medio de las armas, sino a través de una campaña que en apariencia estaba cercana a la chispa de la vida de Coca-Cola, pero en el fondo aspiraba a un cambio sin tener que amartillar a los habitantes de Chile con los precarios antecedentes históricos, sino con la esperanza de un futuro.
La película protagonizada por Gael García Bernal muestra al equipo que, al provenir de ámbitos diferentes a los de la política y contar con una mente anclada en lo que vende, lograron aprovechar cada bloque de 15 minutos otorgado a la oposición al gobierno de Pinochet, insertaron la idea de la alegría como algo tangible a través de un jingle, y al utilizar imágenes y un discurso alejado del cartón que caracteriza a los mensajes gubernamentales, provocaron que las ideas de la publicidad realizaran un cambio social.
No, es una de esas películas que muestra otro ángulo en la lucha política, observando el movimiento desde el plano publicitario, una idea que desde hace décadas no está tan alejada de las campañas y que hemos podido ver a través de otros proyectos cinematográficos. La película de Larrain logra por eso mismo ser entretenida, porqué el filme logra colocar al espectador en varios estados, donde puede reír por lo inverosímil de algunas acciones que fueron hechos reales, sentirse dentro de la escena con el estilo de cámara en mano y poca preocupación por la iluminación, o hasta identificado con el protagonista y su camiseta con la típica tipografía de México 68, que sólo nos hace pensar más en las campañas de Ya y la República Amorosa, que seguramente tuvieron un fondo similar.
Publicado originalmente en Grita Radio
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