En cuanto imaginas el backstage piensas en glamour, caos y una serie de excesos que sólo un músico (y su staff) podrían vivir. La verdad es que no se pierden mucho de esos pequeños cuartos conocidos como “zona de hospitalidad”. A menos que lo tuyo sea tomarte fotografías con cualquier músico que se te atraviese y cruzar un poco la línea hacia groupie, esos lugares están bastante lejos del estilo de vida que cualquiera imagina, aunque uno que otro grupo da verdaderas muestras de excentricidad.
Como la mayoría del tiempo no tenemos (o nos interesa) un pase de backstage, podemos conocer de forma certera que cosas se mueven allá atrás gracias a los riders, las mejores peticiones parecen salirse de cualquier idea, pero dejan ver algún pensamiento previsor. La mejor muestra de excentricidad siempre ha sido la de Van Halen, que solicitaba un tazón de M&Ms separados por color (excepto el café), sin embargo David Lee Roth ya aclaró que no era un capricho provocado por inhalar spray en la era del hair metal, sino una forma fácil de verificar que la persona que los contrataba había leído perfectamente bien todos los términos del contrato y, por consecuencia, los aspectos técnicos y de seguridad para que el grupo y todo el staff no sufriera accidentes con tanta pirotecnia.
Sin embargo en éste Spoiler Alert esos datos no son los que precisamente nos interesan, ya que es común ver en vídeos, reportajes en revistas y documentales esas escenas de excentricidad detrás del escenario. El detalle de hoy ese precisamente la ausencia de M&Ms cafés, su importancia dentro de todo un trabajo de montaje, preparación y concreción en espectáculos de grandes proporciones.
Nos vamos a adelantar al 12.12, fecha en la que se celebrará un nuevo Día Internacional del Roadie, posiblemente el único momento en que se reconoce el trabajo de todas las personas que usan pantalones cortos, leontina y lámpara sobre, alrededor o detrás de un escenario. Tal vez ellos no son los héroes, pero cada roadie cuenta con conocimientos y habilidades para montar todo lo que se necesita para realizar un concierto, además de tener una reconocida capacidad para resistir largos periodos de viaje amontonados dentro de un autobús.
Los primeros en llegar y los últimos en irse. Comúnmente la imagen del roadie se limita al estereotipo del que no quiere encajar en ningún sitio y encuentra lugar cargando, descargando y emborrachándose mientras el grupo toca, como se ve en la película parte documental y parte ficción Rude Boy de Jack Hazan y David Mingay y que sucede alrededor de The Clash. También está la imagen de la persona que, al igual que los músicos, nunca logra crecer, pero sin rozar la gloria, manteniéndose en el camino porque no hay ningún otro lugar a donde ir, tal y como se muestra en el filme Roadie de Michael Cuesta.
Posiblemente hay un poco de todo lo anterior, pero tan sólo para despejar dudas, apreciar un poco su trabajo y saber todo lo que engloba la palabra roadie, nada como Concert Tech Documentary, sobre la gira Snakes & Arrows de Rush, donde no aparece nada del concierto pero si se ven los grandes preparativos y aspectos técnicos que se deben cubrir para que a las 10 de la noche se apaguen las luces y Geddy Lee y compañía suban al escenario.
Es el mejor que he visto en materia de roadies, ¡disfrútenlo!:
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