En momentos en que unos predicen que a los siguientes Dylans les bastarán 140 caracteres, los programas y los grupos de covers aparentan ser el futuro (al menos para los que no ven más allá), las ventas electrónicas son la parte más grande del pastel, el producto pop mejora más con el auto-tune y que a algunos les interesa más quién sampleó a quién, afortunadamente permanece el pequeño fragmento que no puede ser modificado o creado en laboratorio, aún con la ayuda del algoritmo del éxito: la esencia de la canción.
Nadie puede decirte exactamente que es, pero en cuanto lo escuchas reconoces su sustancia. Es ruidosa e insoportable (o tranquila y dulce), es cuidadosamente compuesta o abandonada a su libre albedrío, es compleja y pretenciosa (o simple y ligera), es todo eso y mucho más, pero lo más importante es que tiene la libertad de explorar sonidos, emociones y diversos temas en sus letras que aluden a la audiencia desde sus raíces.
En el sonido punk y la sensibilidad del underground o el rock alternativo de los 80 y el riff estruendoso de los 70, la batalla constante por mantenerse en la profundidad ha logrado crecer hasta convertirse en el algo que envuelve musas en palabras. Es el objeto que no tiene un sonido específico, que podía cruzar por varios géneros tan sólo a través del verbo, el sustantivo, el adjetivo y la metáfora.
El problema con la definición de canción, tal y como es usada en la actualidad, es que frecuentemente existe una pequeña (o muy grande) relación con lo comercial y la fabricación industrializada de éxitos, pero en el fondo permanece lo que hace a un sonido único, con la autenticidad de un discurso, que no es imitado y es generado directamente de la experiencia.
Obviamente como en todas las tendencias populares, algunas reglas se han torcido y han creado verdaderas moditas plásticas, las líneas se han desenfocado sobre todo en la cuestión de la baja calidad y en el sonido, ya que a ultimas fechas todo suena igual. Sin embargo, a pesar de las confusiones con el término, los verdaderos creadores continúan en la búsqueda de un sonido definido y sólido en todas sus canciones, proyectando el discurso imaginario de un grupo, las obsesiones de un integrante, la repercusión del exterior en el interior y hasta la misma historia de una banda.
Muchos consideran que la música popular es la poesía de nuestra generación, lo cual en algunos casos es aplicable y en algunos casos inexplicable, sin embargo los músicos inspirados por la literatura, un libro de historia o los titulares en los periódicos no son una prioridad de las más importantes compañías disqueras, pero algunos han logrado pasar el filtro de lo que es comercial y lo que no por un simple hecho: el espíritu en una línea lírica que logra manifestar furia, frustración y lujuria, emociones difíciles de contener.
Las fuentes son diversas, las ideas y emociones que van mucho más allá de los simples convencionalismos y las direcciones de sus propios autores. Así funciona el mundo: cuando encontramos graves dificultades, la fuerza política de la música simplemente no se puede resistir. Cuando las cosas serias empiezan a funcionar mal (la economía, los derechos civiles), muchos músicos sienten suficientes golpes como para expresar su insatisfacción.
Así es como llegamos a los primeros 100 números de ésta columna, con la idea que mueve muchas cosas dentro de éste espacio y que se cruza con otras más tan sólo por el gusto y pretexto de poder hacerlo como una llamada que puede arruinarte la idea inicial, poncharte la burbuja o en el mejor de los casos incluso ampliarla. Al menos ese es siempre el objetivo, sin tener que recurrir a la crítica que destroza todo sólo porque es más fácil derrumbar que construir e invierte palabras y les quita mucho tiempo a ustedes en justificar algo que disgusta.
En mi caso y, por supuesto, el de Spoiler Alert se trata de hablar de temas que hacen que las ideas crezcan y no se encojan en el simple “no me gusta nada, odio todo, voy a destrozarlo con mis enormes palabras”. De eso también trata el ebook que acompaña éste Spoiler Alert 100, que para no faltarle el respeto a la ideología personal, llega a ustedes de forma gratuita sin importar que tan fieles o infieles hayan sido conmigo.
Resonancias – Canciones de la Página 26 es una antología de otra columna que escribí por tres años en la extinta revista Rock Stage, se trata de 41 canciones llenas de anécdotas, historias y razones para que exista un verso-coro-verso-puente-solo-etc. Descárguenlo, disfrútenlo, compártanlo y gracias por la compañía por estos 100 intentos de transportar ideas.
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