El productor Phil Spector ayudó a darle forma al sonido de la música pop de los 60 y 70. Sus triunfos en la música incluyen trabajos con los Beatles, The Supremes, The Beach Boys y The Righteous Brothers, todos sometidos a su propio estilo y mayor creación, the wall of sound. Tuvo el mundo en sus manos durante años, hasta el trágico 3 de febrero de 2003, cuando fue arrestado por el asesinato de la actriz de serie B y modelo Lana Clarkson. Ese es nuestro punto de partida para la agonía y el éxtasis.
Al principio del filme vemos a un hombre de manos nerviosas, voz apagada y mirada desenfocada explicando que, según las encuestas, 45 por ciento del jurado piensa que él es culpable y el 20 por ciento lo cree un demente. Esa es la premisa en torno a la que gira la perspectiva de la agonía, sin embargo la parte vital en la película es el éxtasis, donde la clave es el propio Phil Spector presentando su única mezcla de genio, ego, humor y locura.
Esa mezcla de agonía y éxtasis surge de una sola entrevista que realizó el documentalista Vikram Jayanti en 2007, encargada por la BBC cuando el productor cumplía un arresto domiciliario. La plática aleatoria realmente nunca aborda el crimen por el que fue juzgado o las historias sobre producciones terminadas a punta de pistola, sin embargo la mezcla de anécdotas, datos, detalles y explicaciones son suficientemente reveladores para vislumbrar la relación entre la locura creativa y sus diferentes variedades.
Aunque Spector es sorprendentemente articulado como testigo de su propia vida, la entrevista nos da la mejor interpretación de Spector como persona. Mientras habla de todo, desde perder a su padre cuando era niño hasta convertirse en un genio de la música, escuchamos otras historias alocadas y comparte sus pensamientos sobre los Beatles e incluso habla sobre esa peluca que para él fue un tributo a Beethoven, Ben Wallace y Einstein, pero que se convirtió en una de las imágenes que provocó más burlas durante su juicio.
Desde la mansión donde fue encontrada muerta Lana Clarkson y a sus espaldas el emblemático piano blanco donde John Lennon tocó la canción Imagine, vemos a Spector como una figura solitaria, hablando sobre su necesidad de ser inaccesible primero como estudiante, luego como artista y después como genio convertido en productor.
Es evidente que Spector es un excéntrico, bordea la locura, pero es claramente un tipo sumamente inteligente con cierto sentido del humor. La película exitosamente muestra esos elementos, dejándonos ver más allá de la cobertura de los medios alrededor del asesinato de Lana Clarkson. Mientras transcurren las declaraciones del productor, surgen los análisis de las canciones y los detalles estéticos logrados por Spector, pero al mezclarse las imágenes de archivo y sobreponer los clásicos pop a las escenas de los testigos y las evidencias durante el juicio, aparece el entendimiento por uno de los personajes más raros que dio la música en el siglo XX, aunque es poco lo que descubrimos sobre sus fuentes de inspiración y mucho menos logramos alcanzar los secretos detrás del Wall of Sound.
Lo sorprendente es que a medida que avanza la película, la etiqueta de genio parece cada vez más merecida, aún si no estás familiarizado con su música, sus logros son bastante evidentes. Cómo el propio Spector lo plantea sin ninguna modestia, anticipó las pequeñas sinfonías creadas con una meticulosa producción y estándares cercanos al arte. Desde el rock y el genio y el loco de la mansión a una celda de la prisión. Agonía y éxtasis de hecho.
Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
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