Enter the Void

Para algunos Irreversible fue una película sumamente impactante (tanto que yo no la volvería a ver, la verdad), pero el director francés Gaspar Noe ésta vez cruzó el límite y no se quedó con una narración en reversa, se mostró sumamente audaz. Enter The Void es algo que nunca había visto en una pantalla, con altos y bajos que te hacen pensar realmente en un viaje. Tan sólo basta una razón para ver Enter The Void: estoy segura de que no es una película, es ingesta ilegal de sustancias a través de los sentidos

La película inicia con unos créditos que podrían provocar fácilmente convulsiones o una migraña, pero sólo es un preparativo para lo que verás durante más de dos horas, una perspectiva en primera persona del drug dealer estadounidense Oscar (Nathaniel Brown) y su vida en Tokio.

Gran parte de la película es a través de los ojos de Oscar, incluso entramos en lapsos en negro mientras él parpadea o cae dormido, nos acercamos peligrosamente a la pipa con crack y caemos en una explosión alucinatoria de formas y colores brillantes. Sin duda es más que la simple cámara subjetiva.

Aunque en un principio piensas que todo va a ser de esa forma, como un viaje de alucinógenos, la historia toma forma después, con Oscar mostrándonos su vida en Tokio con su hermana Linda (Paz de la Huerta), reunidos finalmente después de la muerte de sus padres, pero volvemos al estado de alucinación cuando un intercambio de drogas Oscar recibe un disparo y muere en el baño del bar The Void.

Y aunque no lo crean, ese no es un spoiler. Oscar muere, pero todavía quedan 137 minutos en la película y son dirigidos por la conciencia de Oscar, quien aparentemente antes de pasar a otro plano nos mostrará todos los hechos que lo condujeron a perder la vida y, aparentemente, las piezas van más allá de un mal día.

Lo interesante es que por momentos veremos lo que sucedió después de su muerte y en otros nos sumergiremos en flashbacks de la vida de Oscar, la perspectiva del filme es lo que hace sentirte un observador muy intrépido. La pantalla no sólo cambia abruptamente entre Oscar adulto y Oscar niño, sino que miramos desde ángulos imposibles y con parpadeos visuales saltamos de un lado a otro.

Sumergidos en ese estado en el que literalmente flotamos sobre el universo de Oscar, la cámara a veces se centra en un sólo punto de luz y repentinamente todo brilla y se agita violentamente ante nuestros ojos, formando imágenes abstractas. Y justo cuando el director ya te tiene atrapado en un estado de trance, te deja caer en otra imagen impactante, muchas de las veces no sólo es la muerte de Oscar, sino el accidente automovilístico donde él y Linda perdieron a sus padres.

Pero como aquella película no muy comprendida de Darren Aronofsky, The Fountain, Enter the Void no es sólo sobre un viaje alucinante, es sobre acercarse a los misterios del universo a través de luces, espacios, movimiento en la calles que miramos desde arriba, abuso de drogas, ritmo en la pista de baile y mucho sexo explícito.

Tal vez no tendrás grandes revelaciones sobre la vida y la muerte, pero sin duda no verás nada igual. En ninguna película sobre Japón tendrás esa jungla de luces de neón, en ningún filme de ciencia ficción verás tantos túneles de gusano y en ningún otro lado podrás ver como se desdobla un alma después de la mente.




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