Charlie Is My Darling

Antes de cualquier reconocimiento aumentado a través de 50 años de existencia, estaban los Rolling Stones de principios de los 60. Tan sólo era un grupo de pop lleno de energía, uno de los muchos que aparecía en Inglaterra en esa época. Se mostraban astutos y llenos de ambiciones, pero como se exhibe en éste documental filmado durante la gira de la banda por Irlanda en 1965, no esperaban durar otro año, entonces todo terminaría y sus integrantes darían paso a otra agrupación que causaría la misma euforia entre los adolescentes.

“No hay ningún secreto—todo es obvio”, explicaba el vocalista Mick Jagger sobre el atractivo del grupo en ese momento. El filme le da la razón, sin embargo lo contradice involuntariamente al aparecer tantos años después como una postal de una fase anterior de la cultura, justo antes que el estrellato golpeara a la banda y prolongara su existencia más allá de un efímero año.



Dirigido por Peter Whitehead y filmado por Andrew Loog Oldham, el manager de los Stones, Charlie Is My Darling captura al quinteto tan joven como podemos imaginarlo (Mick, Keith, Brian y Charlie tenían 24 años o menos; Bill tenía 28). No sólo es el primer documental sobre la banda, también los muestra ingenuos e inexpertos, detalles que se pierde con el paso de los años y se convierten en apatía, indiferencia, letargo de drogas, aislamiento e ironía con directores como Jean-Luc Godard, Robert Frank, Albert y David Maysles, Martin Scorsese y Julien Temple, con ellos se construye un mito y con éste documental vamos a la idea original, donde ni ellos mismos tienen certidumbre sobre su futuro como grupo.

Una gran parte de la película se compone de entrevistas con fans esperando fuera de los lugares donde se presentarán, hay una ligera sensación de magia, esa euforia innegable de ser cautivado por músicos en vivo. Por supuesto, gran parte de lo que vemos en el documental es sobre esa emoción poco contenida. Aparecen jóvenes adorando a los Stones, pero sin saber explicar o asentar las razones de su fanatismo. Esa falta de explicaciones nos lleva al primer concierto, con fanáticos irrumpiendo en el escenario mientras el grupo intenta mantenerse en control, tocando a pesar del caos que ocurre a su alrededor, dejándonos ver fugazmente la agresividad y teatralidad que años después sería una marca registrada.

Las entrevistas con la banda acentúan ese instante desproporcionado y de extrañeza ante el público que prefiere expresar su emoción gritando, asaltando el escenario o arrancando un mechón de cabellos a escuchar, además del poder que tienen sobre el público y también los efectos distorsionadores de la fama sobre sus vidas. Jagger no se reserva el asombro y no se explica como ha durado tanto tiempo esa euforia. No hay falsa modestia en su observación: entonces, como ahora, la vida dentro del pop puede ser sumamente breve, pero en ese momento el vocalista ignoraba que en el caso de los Stones esa regla no se iba a aplicar.

Charlie Is My Darling como documental está más cerca de la realidad que las escenas cándidas que configuró el grupo a su alrededor muchos años después; las ideas sobre artemsexo, arte y dinero todavía no son una constante, en cambio se trata de dos días y cuatro conciertos en granuloso blanco y negro con un grupo a la alza después del éxito de (I Can't Get No) Satisfaction, que tenía pocas semanas de haberse estrenado cuando se realizó la película.

Siendo un primer acercamiento casi 50 años después, la fuerza de la película es mostrarnos como adoptaron sus hábitos para lidiar con la fama y la manera en que la primera intención de interpretes se transforma inminentemente en algo que va más allá de unos pocos años. Su fuerte arraigo en la realidad en el filme parece un recuerdo que no teníamos de los Rolling Stones, porque a pesar de la intimidad que se disfruta en otros documentales, siempre hay cierto control entre lo público y lo privado, en Charlie Is My Darling todo parece más honesto sin el filtro del éxito.

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