Scott Walker: 30 Century Man



Siempre se esconde del mundo detrás de un par de gafas de sol y una gorra de béisbol peligrosamente inclinada que cubre los ojos y gran parte de su rostro, a simple vista Scott Walker podría resultar bastante ordinario, pero después de cruzar la cortina a través de 30 Century Man descubres que hay más capas de misterio que detalles ordinarios.

Como muestra el documental desde el principio, el cantante es un enigma que abandonó la música durante años, es un eco lejano, un poeta de poetas y un culto para los que son objeto de culto, todo a su alrededor tiene un aura de misterio. Los primeros minutos de Scott Walker: 30 Century Man te hacen pensar que no existe, que es la obra de la imaginación de muchos músicos, sin embargo cuando termina la introducción vemos a Walker en la actualidad, lo escuchamos hablar y describir su música, se convierte en alguien aún más enigmático cuando nos elude con su gorra de béisbol y se prepara para grabar una sesión.

Aunque abarca la etapa adolescente de Walker, el filme se centra en su evolución posterior como gurú del pop experimental, el creador del disco Scott 4, que a pesar de ser un enorme fracaso influenció a David Bowie (productor ejecutivo de la película), Brian Eno, Radiohead, The Smiths, Damon Albarn, Alison Goldfrapp, Sting, Ute Lemper y Jarvis Cocker. El corazón de 30 Century Man es el propio Walker, quien a pesar de su acostumbrado mutismo y aislamiento, se puso a disposición del director para brindar una de las entrevistas más largas de su carrera, revelando a un personaje aún más notable de lo que cabría esperar.

Y como cuenta el documental, su salida del pop lo colocó en lo experimental, enigmático e incomprensible para el público en general. La música habla por sí misma, dejando una enorme impresión a quien no lo había escuchado antes, nos introduce en la repetición del one hit wonder de The Walker Brothers, The Sun Ain’t Gonna Shine Anymore, pero después nos arroja en las abstracciones, los sueños, las pesadillas y el encanto de todos sus discos, profundizando en Tilt (1995) y The Drift (2007).

Todo el documental es sólo un pretexto para mostrarte a Walker trabajando, inmerso en una ardiente/oscura/art-rock/operística/pop-avant-garde producción llamada The Drift. Algunos secretos de la experimentación son revelados, aparecen los sonidos de puñetazos en costillas de cerdo, los burros asimilados a través de las cuerdas de la guitarra, las enormes cajas de madera y los botes de basura de metal son encajados con orquestas.

Y entonces aparece el propio Scott Walker, no la estrella pop que cautiva a través de las imágenes de archivo, sino el artista obsesivo que todavía está considerando, siempre buscando la forma, de concretar el arte a la perfección. El hombre, la música, el impacto y su influencia, Scott Walker: 30 Century Man es definitivamente una historia de otro lado de un universo paralelo, un vistazo a la frontera entre las armonías y la disonancia, el estado de ánimo de la desolación cósmica de otro siglo.


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