Contando estrellas en el techo

Él sueña,
ella está despierta contando estrellas en el techo.
La noche comienza aquí,
mientras los vecindarios intentan dormir
e intentas ir más profundo, sin lograrlo.

Cuando finalmente logramos descansar,
te reclinaste sobre el codo,
empezaste a hablarme.
Cada día ha cambiado desde entonces.
Sonreímos,
dije "si, creo que nos conocimos antes".
En ese instante todo empezó a desvanecerse.

Luego te fuiste.
Lluvia desde el martes.
La vida del mañana lastima mis ojos,
mi cuerpo palpita,
estoy en nuestra habitación después de la guerra.

Dejaste una huella en forma de lunar,
una cicatriz,
sólo una mancha en mi piel de porcelana,
similar a la de al lado de tu boca,
que sonríe ahora,
se burla, crece reflejando estelas de luz,
se tuerce y dobla hacia una esquina oscura.

Cobarde de media noche,
temblor de la luz,
el Cielo, un muro de porcelana.
Ahora despiertas, tres minutos más tarde.

La noche comienza aquí.
Comienza disparándole al techo,
dos dedos apuntando hacia los fulgores,
aristas volando en chispas,
uñas humeantes disfrazando una sonrisa.

Pastillas, escalofríos y Nux Vómica,
píldoras para soñar, mentir y olvidar.
Ahora sólo recuerdo para imaginar.
Conteo regresivo, el techo se desvanece,
las estrellas se extinguen,
la mente desaparece.

El bálsamo ha funcionado.
Finalmente he olvidado.
Es tu turno,
cuenta estrellas en el techo.
Yo duermo sin recuerdo.

Lo noche termina.
Las estrellas no existen.
El día comienza aquí.


 


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