Soñaba y soñaba, venía en camino un día de voz y música, de caminatas y palabras... pero el sueño se quebró cada media hora, los intentos se encimaron y se convirtieron en dos marcas oscuras bajo los ojos cuando la entristecida luz del sol apareció. El ánimo seguía arriba, un buen baño, un gran desayuno, la primera caminata afable, el primer abordaje a la lata colectiva sin complicaciones... me sumergí en el libro y seguí sonriendo, pero después de media hora de viaje alcé la vista y no reconocí nada... otra vez la distracción me hizo subirme a la ruta panorámica del micro... no importa, sigo sonriendo, todo marcha con tiempo de sobra.
La sonrisa empieza a tener calambres al llegar al metro, descubro que la máquina para recargar tarjetas hoy sólo acepta billetes, pero claro no da cambio y traigo kilos de monedas en el bolsillo... ni modo a formarme en la línea de trato personal... pero en cinco minutos otra vez estoy sonriendo, ya voy en camino... bajo del metro y sigo pensando, sigo pensando y sigo pensando, levanto la vista y me doy cuenta que caminé dos cuadras en dirección contraria... sonrisa y media vuelta.
Llego al edificio, en la recepción dudan un poco, a donde voy ya no tiene ese nombre y el nuevo les hace inspeccionarme más (tal vez sea el abrigo, el gorro, los guantes y la bufanda los que desatan las miradas de sospecha). Finalmente estoy frente a la consola y el micro, faltan 15 minutos, acomodo el agua, el iPod, los audífonos, la laptop...
En menos de cinco minutos se desata el caos tecnológico, la computadora se empieza a trabar, no jala el procesador de textos, no quiere abrir iTunes, la red me rechaza... pero sigo sonriendo, tengo backup... traslado fondos al cerebro de la estación y todo marcha bien... hasta que abro el micro, inicio el programa, intento mandar a canción y solamente surge un sonoro silencio (con grillitos de desolación y toda la cosa)... improviso, mando a rola desde el cerebro... sigo sonriendo... analizo, saco todo lo aprendido en las diversas consolas que se han atravesado en mi vida, tan sólo para descubrir que los conocimientos no son suficientes... se acaba la rola y sigo batallando... mando a otra rola y hago cambio de cables, de canales, de botones... nada.
Aparece el Director con respiración entrecortada por la carrera después de un “Ayuda!!!” en el celular, sigo sonriendo, seguimos conectando y desconectando, pero parece que el mal karma tecnológico está sentado sobre mis piernas... sigo hablando, sigo mandando rolas, sigo hablando, el coach y gurú me llama la atención a la distancia, seguimos moviendo cables... sigo sonriendo pensando “soma, soma, soma”... se acaba el tiempo, se acaba el primer programa como un ensayo diferente de lo imaginado y planeado... sigo sonriendo, es el primero, ni modo, así son las cosas.
Y ahí voy de regreso, cargando mi lap que parece cinco kilos más pesada, subo y bajo escaleras, llego frente a otra máquina para recargar mi tarjeta y otro letrero dice “sólo acepta billetes, no da cambio”... la primera mueca torcida acompañada de un “chinguen a su madre” mental... de regreso en la fila personalizada... más escaleras, un poco de valium binaural, un poco de náusea.
Arriba, abajo, otra vez, una nueva lata colectiva, nuevamente el tratamiento de mula que se acentúa con los 18 años al volante, ya me es difícil no querer meter freno y acelerar a placer, pero me puse ecológica el día de hoy y también quería evitar las vueltas para buscar donde estacionarme... más valium binaural ahora acompañado con Los Diarios del Fin del Mundo, pero las visiones post apocalípticas no me sientan bien, la burbuja empieza a ponerse densamente gris... pero sonrío, me obligo a sonreir, nuevamente estoy en la calle, no importa el fallido programa o el bamboleo inclemente del chafirete... sigo sonriendo aún a punto de bajarme.
La puerta lateral se desliza hacia atrás, me inclino y no lo veo venir... la puerta se regresa, el rudimentario cable para cerrarla cuelga, intento hacerme para atrás, no hay tiempo... un amable pasajero decide abrirla de nuevo... veo subir rápidamente el cable, un latigazo en el cuello, mi cabeza choca contra el techo, una ráfaga de luz frente a mi, dolor punzante arriba, ahogamiento abajo... lagrimitas en los ojos... la sonrisa se me va hasta los tenis rojos... un grito de “fuck you very very much” en la mente... just a (im)perfect day... creo que me voy a meter a mi burbuja de nuevo... al menos hoy.
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