La cuestión es que viviendo con un amante del fucho tengo que quejarme abiertamente. Hay fútbol todo el año y campeonatos de todo tipo (o montones de pretextos para jugar una cascarita amistosa), con el americano son sólo seis meses, sólo seis meses para ver como mi equipo está en el hoyo y como los trajes de Mike Nolan mejoran cada temporada.
Ahora que gracias al limbo pude ver toda la pretemporada (que si es de chocolate, pero que tiene, ganamos dos partidos) y que tuve mi sobre dosis de partidos el pasado fin de semana y ayer lunes, confirmo lo que dicen muchos, ya no es la National Football League sino la No Fun League.
Con tantas reglas y modificaciones, entre esas que ya no permiten los festejos estrafalarios entre jugada y jugada (no sólo porque quitan tiempo, sino porque son consideradas actitudes antideportivas), las que te impiden hacer ciertas cosas con el balón y piden cierto códigos de vestir, pues ayer me encontré con que la NFL solicitó austeridad a los equipos, por lo que los jugadores ya no podrán regalar el balón después de anotar.
Al menos eso explicaron Raúl Allegre y John Sutcliffe después que unos utileros le impidieron a un jugador de Green Bay Packers regalar un balón después de un gran touchdown. Las cámaras sólo mostraron unos segundos de la discusión entre los utileros, el jugador y la damisela que iba a recibir el ovoide, inmediatamente se fueron al terreno de juego, pero los comentaristas de ESPN dieron una explicación que confirmó lo que ya sabíamos, estamos viendo la No Fun League.
¡Por favor, hay 24 balones en cada partido!
Fuera de quejas, ahí les dejo una muestra de porque es divertido el americano, al menos en la Liga de la Fantasía:
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