“Si vas a contar una historia, entonces hazlo con cierta actitud. No seas tímido con esa mierda”, la frase enmarca el inicio y el final de una historia que a pesar de completar un círculo narrativo, no es precisamente un relato lineal. Tampoco se trata de la biopic convencional, es un episodio en la vida de Miles Davis que nunca ocurrió pero que en el imaginario colectivo captura la esencia del músico. La frase por sí misma es sobre el personaje y la manera en la que nos arrastrará a lo largo de una película cuyo frenetismo parte de un riff.
La frase y el riff hablan de flujo creativo, nos llevan a 1979, que como punto de partida en realidad es un bloqueo funk en la vida de Miles Davis. Semi retirado, recluso en la ciudad de Nueva York con problemas de cadera y demasiadas drogas (medicinales y recreativas) en su sistema, vemos al prodigioso trompetista inmerso en la era de blaxplotación sin participar, ojeando la vida desde una perspectiva diferente a la época de 'Kind of Blue'.
Cualquiera hubiera podido explorar lo que ocurrió 20 años antes, sin embargo Don Cheadle (quien dirige y caracteriza a Davis) se inclinó por un experimento alrededor de silencios, jazz y acciones que involucran al músico, a un periodista ficticio de Rolling Stone y una serie de momentos que brincan como si se estuviera improvisando en la trompeta.
Nos encontramos con un período de agotamiento de finales de la década de los 70, con Miles Davis viviendo de cheques de pago por adelantado de Columbia Records, distanciado del mundo, sufriendo un caso grave de pérdida de inspiración: meditando, pintando, agregando arrugas a su frente con un ceño que no deja de fruncirse, llamando a las estaciones de radio para quejarse de que están tocando los discos de Miles Davis equivocados, golpeando un saco de boxeo, gritando constantemente “¡recupéralo!” y cultivando la paranoia de que es explotado por todos los que lo rodean.
El instante capturado en 'Miles Ahead' se divide entre las ambiciones profesionales, la ola de cansancio, la tentadora inacción, la recuperación del proceso creativo y la aceptación de que los mejores años posiblemente ya lo pasaron de largo. Miles Davis está en el centro del torbellino, observando sin analizar, desviando su atención solo cuando necesita dinero, firma discos a cambio de drogas o vuelve a arrugar el ceño para ahuyentar a todo el que se le acerque.
Aunque la película a veces parece una serie de anotaciones y viñetas de lo que pudo haber sido la vida de Miles Davis en ese periodo, cada susurro en la actuación de Don Cheadle nos lleva a la gloria y la decadencia en un pequeño salto, donde incluso vemos el notable incidente en el que Davis recibe una paliza de parte de un policía racista por fumar en la calle entre sets en Birdland, sin embargo el filme se encarga de no dar explicaciones, no se trata de una historia sobre el origen de la furia.
Incluso la aparición de Dave Brill (Ewan McGregor) con la intención de mostrar la existencia de Miles Davis cercana a Howard Hughes es solo un flash dentro de las diversas líneas de tiempo que sostiene con tensión el trompetista. Más que la entrevista (que suponemos ocurre por la frase que enmarca el principio y el final), presenciamos en 'Miles Ahead' la recopilación de anécdotas para concretar un reportaje al puro estilo gonzo sobre un genio en crisis.
Mientras el músico y el periodista pasan el tiempo juntos consumiendo cocaína, persiguiendo ejecutivos de compañías discográficas y recuperando demos que prometen música nueva, vamos continuamente a los años de gloria y a las acciones que posiblemente provocaron la crisis de la década de los 70. Cheadle nos bombardea con flashbacks de la antigua existencia bebop de Davis en las décadas de los 40 y 50, sin embargo las explosiones están ligadas, se sienten como un presente continuo para un hombre solitario, inundado de arrepentimiento.
'Miles Ahead', como referencia a la canción y a la perspectiva de un visionario en medio de un naufragio personal, nos lleva hasta el mundo del jazz fluyendo a través de demasiadas drogas, paranoia y una actitud desagradable donde el músico vale más muerto que vivo para su compañía discográfica.
El ritmo de la película permite que la música tenga sentido, de la misma manera Don Cheadle desarrolla un drama donde no se busca crear un sentimiento alrededor del conjunto de situaciones que se revelan alrededor de Miles Davis, tampoco busca explicar cada aspecto de su comportamiento o llevarnos al origen del prodigio, solo se trata de imaginar oscuras y cómicas posibilidades en torno al periodo de 1976 a 1979, donde el trompetista estuvo buscando a su musa para lograr su regreso con el disco 'The Man with the Horn' en 1981.
Como actor y director, Don Cheadle crea un personaje y una película que hablan de actitud, inteligencia y violencia; la personalidad de Miles Davis no es juzgada, pero no se suprime la agresión, la misoginia y los aspectos más despreciables de quien puede crear belleza. La película evita el cliché del alma torturada buscando drogas de calidad, demostrando así que es un facilitador de parásitos que realmente no va a ayudar a nadie más que a sí mismo.
Davis está fuera de control, cayendo a través de las grietas de sus celos, el dolor constante de un trastorno degenerativo de la cadera, la música y todo lo que alimenta su propia destrucción, pero Cheadle nunca pierde de vista lo prodigiosos que fueron sus logros, no los exhibe, el director confía en que realizarás tus propias exploraciones en discos, libros o incluso otras películas. La grandeza del personaje y todas su fallas como humano hacen que nos centremos en el espíritu que creó su música, incluso si eso significa la recreación de un montón de instantes que nunca ocurrieron.
No la he visto, pero con esta reseña me han dado inmensas ganas de verla! Saludos!
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