Sin embargo ese no era el propósito inicial del documental, solo se pretendía seguir al cantante en la gira promocional de Diamond Dogs por Estados Unidos en 1974 y lo que se obtuvo fueron imágenes reveladoras y la creciente leyenda interrogándose a sí mismo mientras que su relación con su esposa Angie se caía a pedazos y su adicción a la cocaína continuaba creciendo.
Los 70 conciertos realizados durante esa gira a lo largo de seis meses perdieron interés, no es que la bien afinada interpretación de las canciones del disco Diamond Dogs y los espectaculares efectos especiales no fueran superiores a los estándares de la época, pero el equipo comisionado por la BBC para realizar el documental encontró a David Bowie en un estado frágil, físicamente débil y con problemas emocionales y de paranoia que revelaron sus dificultades con la fama. En la serie de entrevistas filmadas en limusinas, entre bastidores y en habitaciones de hotel, Cracked Actor reveló un Bowie con un futuro incierto, vulnerable y en ocasiones incoherente, pero que en el escenario era magnífico.
La lista de nuevas ideas que se mostraron en el documental fueron más allá del estado alienígena de Ziggy Stardust, presentando a David Bowie entre desvaríos, la consciente construcción de canciones a través del método cut-up y practicando ante el público su antigua labor como mimo, detalles que llevan a la figura a otro nivel y la regresan a un estado de confusión cuando explica que a veces se siente como en el asiento del copiloto, observando que el conductor acelera sin que él pueda evitarlo. En palabras del vocalista: “Eso es el éxito. El primer impulso de ser totalmente desconocido a ser conocido con gran rapidez”.
Incluso teniendo en cuenta el aumento de la dependencia de Bowie en sus coristas durante esos años, los fragmentos en vivo son excelentes, dan forma a la fascinante presencia del actor agrietado y el coleccionista de personajes que vemos contestando preguntas directas con desvaríos, que se ve acosado por su entorno mientras retoca levemente su maquillaje, juega con la iluminación y canta para un cráneo al más puro estilo de Hamlet.
Alan Yentob encontró en este trabajo el significado de la cultura pop y la música en el cine, capturando las pocas imágenes en vivo que existen de la extravagancia del tour Diamond Dogs, documentando a David Bowie sin restricciones en el momento más alto de la locura provocada por su adicción a la cocaína. Aún en el caos, el director logró descubrir destellos de personalidad a través de un exagerado playback a Aretha Franklin mientras una de sus canciones sonaba en la radio, el temor que le causó la sospechosa cercanía de un auto de policía en la carretera y sinceras declaraciones libres de modestia respecto a su carrera: "Estoy muy contento con Ziggy, creo que era un personaje muy exitoso, creo que lo interpreté muy bien, pero estoy contento de ser yo nuevamente”.
A través de Cracked Actor, Yentob contribuye a la mitología, abulta el misterio con imágenes de Bowie literalmente interpretando una variedad de papeles mientras se prueba diferentes máscaras, nos muestra el caos y al personaje que sobrevive a las otras bajas del rock mientras interpreta Rock ‘n’ Roll Suicide y nos lleva a un anticlimático final donde de los comentarios sin sentido vamos a una nueva personalidad, la del cantante de soul de Young Americans y John, I’m Only Dancing, un cambio que no nos lleva a un fin sino a otra faceta más que refuerza la idea de muchos David Bowie, tantos como los moldes de cera de la cara del protagonista que vemos en algún momento del documental.
Junto con el retrato y las escenas en vivo capturadas el 5 de septiembre en el Universal Amphitheatre en Hollywood, Yentob toma las muchas facetas de Bowie a través de fragmentos de la despedida de Ziggy Stardust en 1973 de la película del director D.A. Pennebaker, muestra la visión del exterior por medio de entrevistas con los fanáticos y seguidores de David Bowie, pero nos regresa al centro del caos y la evolución con una sesión de Young Americans en el estudio Sigma Sound en Filadelfia, que al unirse a los tramos en el camino de su adicción se convirtieron en las razones para que Nicholas Roeg le diera el papel protagónico de la película The Man Who Fell to Earth. La actitud alienada llevó nuevamente a Bowie al estado de alienígena incomprendido.
Como retrato, Cracked Actor muestra el desastre, se acerca más a la incomprensión y nos deja caer entre las rendijas de un hombre que habla sin parar, crece como una película que simplemente no puede decidir si quiere exponer, analizar o simplemente disfrutar de su tema, pero esa es precisamente la ambigüedad y dispersión que vemos en el sujeto, demostrando que algunas de las grietas de Bowie podían tener efectos perturbadores.
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