El metal como un recorrido para aquellos que pueden tocar en la guitarra de aire cada canción de Iron Maiden y que no hablan del género como tal, sino como un estilo de vida, es el viaje de un headbanger dentro del remolino del mosh pit, pero de forma organizada y supervisado por el fanático del metal y antropólogo Sam Dunn, quien no sólo busca conocer a sus héroes, también intenta poner la música en su contexto histórico y social adecuado.
Portadas de discos, el escenario inundado con imágenes y letras provocativas, donde se dan por hecho los riffs de guitarra y voces guturales, pero se entiende la resaca de la clase trabajadora de la era hippie, el diabólico intervalo musical Tritón y las indudables referencias de la música clásica, principalmente Richard Wagner, son material del documental para entender de donde proviene la sangre, el sexo y el cuero, pero más que nada el fanatismo y la controversia.
Desde el inicio Sam Dunn establece el documental como un viaje personal, pero debido a las características del metal, los detalles son compartidos por todos los metalheads e incluso por los fanáticos de la música en general, todos reconocemos al metal por sus obsesiones, temas centrales, la imaginería que acompaña al sonido y la idiosincrasia de sus seguidores.
El documental no sólo busca trazar el camino de descubrimiento de cada fanático, sino señalar estereotipos, las razones por las que es desestimado y denunciado, el director abre algunos debates, muestra raíces, sigue la evolución a través de árboles genealógicos, nos sitúa en la borrachera del festival Wacken en Alemania, y trata los aspectos más oscuros y satánicos del género de sus representantes en Noruega, todo desde la perspectiva de los fanáticos, los músicos y académicos, tanto los que son seguidores del metal como los que lo repudian.
En gran parte se trata de diferencias, percepciones y prejuicios, no es gratuito que la película inicie con un objeto de culto del metal, la película Heavy Metal Parking Lot, de la que Dunn parte no sólo para contar su historia personal con el género, también establece la diferencia entre el estereotipo visto en ese documental y los headbangers que vemos en Metal: A Headbanger's Journey, si, admite que a veces hay demasiado aire entre las manos y los oídos de algunos fanáticos, pero conforme avanza la película evidencia que nunca se puede generalizar.
A través de su análisis, el impacto y las elocuentes voces de los personajes entrevistados, logramos alejarnos de la condescendencia del otro estereotipo, This Is Spinal Tap, aunque no olvida ese lado cómico del metal en el que Gene Simmons tiene una obsesión con las patentes (según Ronnie James Dio el bajista de Kiss cree que “inventó el respirar y los zapatos”), donde un gran bulto en la entrepierna luce mejor en spandex, fijador y bastante maquillaje, aunque no logra profundizar en el momento en que las mujeres verdaderamente se introdujeron en la escena.
Dunn logra contarnos algo acerca del metal y las razones por las que después de 30 años continúa creciendo, mira de forma precisa la tribu del headbanger a través de una estructura analítica que define claramente la música y sus múltiples componentes, que no sólo incluyen las características y cambios que crearon subgéneros, la explicación de los cuernos del diablo de Ronnie James Dio, la necesidad del vocalista Bruce Dickinson de conectarse con el último de la fila, la forma en que Alice Cooper convirtió el performance en un sangriento ritual y como Tony Iommi llevó ese pasaje que en la edad media era considerado diabólico a la música de Black Sabbath, también es sobre la censura y la persecución.
La película no deja a un lado el análisis de las portadas y las letras, aborda los juicios a los que se ha sometido al metal, con Dee Snider hablando de la audiencia que tuvo ante los integrantes del Parents Music Resource Center (Centro de Recursos Musicales de Padres) y como una de sus canciones fue interpretada como una obra de sadomasoquismo cuando la letra era sobre la dolorosa cirugía que sufrió uno de los integrantes de Twisted Sister.
El heavy metal, para sus detractores, es la obra del diablo, y una influencia oscura sobre los jóvenes, pero Dunn logra desmontar cada detalle para descifrar el encanto del género, deja que la personalidad de los entrevistados y sus argumentos demuestren que muchas veces el metal pesado es absolutamente inofensivo, incluso Tom Araya de Slayer lo admite, “Dios no nos odia a todos”, pero es un gran título para un álbum.
Fiel a su título, es la película de un fanático que trata de comprender por qué los fans son fans. La conclusión del director es clara: “Si el metal no te da esa abrumadora oleada de poder, y hace que los pelos en la parte posterior de tu cuello se ericen, nunca podrás entenderlo. ¿Y sabes qué? Eso está bien. Porque, a juzgar por los cuarenta mil metaleros que me rodean, lo estamos haciendo muy bien sin ti”.
Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en www.sonicarsenal.blogspot.com.
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