Algunas leyendas surgen en la niebla, mientras que otras se consolidan con las historias que la terminan, en el caso de Sixto Rodríguez, ambas ideas se aplican. Fue descubierto en medio de un banco de niebla en Detroit, su voz era lo único que podía distinguirse, casualmente sus palabras alejadas de cualquier información referente a su persona causaron el mismo impacto en Sudáfrica.
Con un estilo folk en medio de la explosión punk de principios de los 70, Rodríguez careció de éxito en Estados Unidos, pocos compraron sus dos discos, anulando cualquier posibilidad para que Sixto Rodríguez tuviera una carrera en los siguientes años. Después de la poca atención, desapareció una vez más en la niebla mientras uno de sus álbumes viajaba por azares del destino a Sudáfrica en plena era del Apartheid.
Mientras el cantante se perdía en Motor City Rock, sus canciones sobre rebeldía se reprodujeron en cassettes, pasando de mano en mano, colocándose en un país cerrado al mundo como la más grande voz que tenían los jóvenes. Sin saberlo, Sixto fue sometido a la censura del gobierno, que rayaba estratégicamente algunas de sus canciones en el disco de vinilo para evitar que se tocaran en la radio, influyó en los movimientos de protesta y se convirtió en el referente de muchos músicos, que como el resto de sus seguidores carecían de pistas sobre Sixto. El músico más conocido en Sudáfrica, cuyo primer disco estaba en todas las colecciones al lado del álbum Abbey Road de los Beatles, era un completo misterio.
A través de la historia de quienes lo escuchaban conocemos la búsqueda de Steve Segerman, quien se preguntó toda su vida dónde estaba Rodríguez, nos muestra en el documental cómo unió todas las piezas posibles extraídas de las canciones, los datos de producción de los discos y en la única foto que aparecía en el material para descubrir el misterio detrás de Sugar Man, quien según decían las leyendas en ese país se había inmolado o disparado en la sien durante un concierto.
También vemos el rastreo de dinero y palabras en las mismas canciones por parte de un crítico de música, quien se convierte en el primer eslabón para encontrar a Sixto Rodríguez, el músico que para sorpresa de sus seguidores sudafricanos seguía vivo, aunque no lo creen realmente hasta que lo ven en un concierto que inicia con una ovación de 10 minutos.
La película de Malik Bendjelloul es uno de esos casos en que el desconocimiento es la base de toda la historia, descubrir la leyenda lentamente a través de otros, que estaban en la misma oscuridad, te atrapa sin importar si no crece en ti el gusto por la música de Sixto Rodríguez, lo importante es que después de Searching For Sugar Man el concepto de fanático adquiere un tono conmovedor.
La estructura de Searching for Sugar Man es atractiva y astuta, el filme es construido como un misterio que se resuelve ante nuestros ojos. Cada detalle descubierto sobre el impacto cultural y político de la música de Rodríguez en Sudáfrica – que se revela más gracias a los pequeños fragmentos de sus canciones — nos hace querer saber más del cantante. A pesar de que parece crecer de manera lineal, como una investigación de desarrollo, la película realiza algunos saltos en la cronología y se guarda el mejor material para aumentar el impacto del final, donde el misterio se encuentra con una historia aspiracional de fracaso a éxito.
Su mayor impacto es a través de la misma anécdota, que si no fuera por el hecho de que es real, nadie la tomaría en serio si fuera ficticia, por lo que el breve vistazo a su vida nos resulta fascinante y a la vez extraño por la naturaleza voluble de la fama: Sixto Rodríguez se convierte en algo perdido que es finalmente encontrado.
Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en www.sonicarsenal.blogspot.com.
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