Formateando la idea, menos persecución más creación

“Cada época encuentra algo nuevo para volver, las cosas que parecían obsoletas tienen una manera de volver en nuevas formas, y revelar aspectos de sí mismas que no pudieron haberse notado antes.” – Beck
Contrario a las preocupaciones de hace una década, cuando la venta de discos vírgenes era más alta que cualquier otra producción, la música sigue aquí. Simplemente porque el medio fue el que se transformó, los compositores, creadores y músicos no desaparecieron. Posiblemente algunas áreas siguen preocupadas, pensando como lograr que el DMR sea aceptable (aunque implique que los discos se reproduzcan en un sólo lugar para disgusto del que lo compra), alentando que los fanáticos sean policías de descargas a cambio de meets and greets y llevar SOPAs, ACTAs y PIPAs a términos mundiales.



Prueba de que los formatos influyen en la distribución, más no tienen en su poder el destino de una forma de arte, es el cassette. Después de su introducción en 1967 y ser estigmatizado por la industria por su capacidad para copiar materiales originales, logró impulsar la grabación hormiga, con cientos de bandas punks y actos de hip-hop registrando y distribuyendo su música, creando su propio arte, agreguemos las personas convirtiéndose en curadores de canciones para sus amigos y adoptando la cultura del cassette como una forma de expresión. A pesar de las acusaciones, tuvieron que pasar 45 años para que el cassette obtuviera su acta de defunción, será hasta el 2013 que Sony retirará el formato más ligado a la memoria, como diría David Byrne en su libro How Music Works, “el mixtape era tu amigo, tu psiquiatra y tu consuelo”.



En esas décadas de evolución del sonido (en algunos aspectos) desapareció el vinilo, llegó el CD acompañado del poco popular minidisc, el MP3 amenazó la industria y el vinilo regresó como objeto de deseo. Un circulo de distribución que en el 2012 como ciclo ha visto algunas rupturas a cargo de Trent Reznor, Neil Young, Shout Out Louds y Beck, que retomaron la idea de la música desde varias perspectivas para demostrar que el formato es lo de menos, lo importante es lo que obtendremos al final: arte sonoro.

En un plano dominado en los últimos años por las apps, mixtapes digitales, descargas, extras agregados al formato físico, la necesaria viralidad en redes sociales, previews exclusivos e incluso trailers, para fomentar la idea de menos persecución más creación y con diferentes posturas, Trent Reznor y Neil Young abordaron Internet como una nueva forma de radio, ampliamente aceptada y utilizada por la generación que creció descargando música legal e ilegalmente. Olvidándose de las manoseadas cuestiones sobre piratería, con los proyectos de Beats By Dre del vocalista de Nine Inch Nails y Pono del compositor canadiense, buscan que la experiencia de escuchar sea mejor, una mezcla de curación, calidad de audio y descubrimiento que por supuesto beneficie al creador, no al distribuidor.

Por otro lado, Shout Out Louds y el sello Merge Records se unieron para lanzar Blue Ice, su primer sencillo en tres años en una edición limitada que incluso limita el tiempo para disfrutarlo, además de requerir que para escuchar participes en la elaboración del producto. Se trata de un molde para crear un disco de 7 pulgadas, los 10 kits que se crearon incluyen una botella para verter la medida exacta de líquido en un molde, después de unas horas en el congelador lo que obtienes es la serie de surcos que generan el sonido de Blue Ice en una tornamesa común y corriente, una idea que mezcla la creatividad con lo efímera que puede ser una canción en ésta época.



Continuando con los formatos, de todos los esfuerzos creativos del 2012, sin duda Song Reader de Beck es el único que mezcla el pasado con el futuro. Nos lleva a la década de los 30 y los registros sonoros que apenas empezaban a reemplazar a los músicos en vivo, eran tiempos de la Music Defense League y la lucha contra los aparatos de sonido que amenazaban la noción de arte y el romance que la gente solía tener con la música y su ejecución.

Posiblemente esa es la idea que Beck quiso capturar al lanzar su último disco, que incluye 26 temas inéditos en el formato existente antes de la industria de la grabación, las partituras. Las canciones son acompañadas por ilustraciones a color, revelan ideas sónicas para quienes entienden el lenguaje de la música, es un álbum que sólo puede escucharse al tocar las canciones, una forma de interpretación casera que ha generado diferentes interpretaciones, desde artistas amateurs y desconocidos hasta Stephin Merrit de The Magnetic Fields.

También se ha considerado el lanzamiento de Song Reader una indulgencia de Beck, un intento retro que él combate con la idea de que el pasado se minimiza y neutraliza, eliminando la curiosidad a cambio del presente y el futuro. En estos momentos parece una rara convergencia de ideas, pero queda claro que lo obsoleto vuelve como algo nuevo y presenta aspectos que hacen cambiar el presente, como dice Beck.


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