Vuelos sin equipaje

No queda más que culpar a la realidad por las ficciones,
el artífice que hace fracasar las ilusiones,
convirtiéndolas en tartamudeos,
vanos agujeros de la personalidad.

Aquí terminan los cristales azules,
aquí se rompen los cielos,
aquí se desbordan los latidos
y las palabras se desmoronan,
dejan espacios vacíos.

Aquí concluyen los muros y las terapias de grises.
Aquí termina el camino y se abren los vuelos sin equipaje.

Piensas que no hay nada como el olor a karma una tarde de otoño.
Pero un instante después,
la niebla se establece de nuevo en la memoria,
tan oscura como el ocre,
hoy  la cortaré de su entorno de caprichos
y volverá a ser parte de su callejón de culpas.

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