Bury The Hatchet

Blues, jazz y por supuesto la cocina creole, son los elementos que alimentan las tradiciones en Nueva Orleans, sin embargo poco se menciona a los descendientes de esclavos fugitivos que recuerdan la ayuda recibida de los Nativos Americanos de Louisiana, los practicantes de una tradición de cientos de años que cosen durante meses elaborados trajes parecidos a los de los indios y que desfilan orgullosos por las calles de la ciudad en Mardi Gras y la noche de St. Joseph.

A raíz de estos hombres, llegamos a la experiencia de la película Bury The Hatchet, la vulnerabilidad de las comunidades en Nueva Orleans, la destrucción de los barrios de la clase media afroamericana para dar paso a un sistema de carreteras interestatales, a la violencia que alguna vez definió su cultura, la represión policial, y, finalmente, el huracán Katrina.


Bury the Hatchet muestra a tres Jefes Indios de Mardi Gras como un dinámico retrato de una cultura única y en peligro de extinción, que representa el Nuevo Orleans que no está en las guías de turistas y que envuelve a artistas, músicos y la competencia de verse más bellos, no sólo en la confección de sus trajes, sino en el esfuerzo de preservar sus pasiones y canciones tradicionales.

Es alentador escuchar al Gran Jefe Morris Victor hablar sobre viejas formas, desde portar armas de fuego durante el desfile de Mardi Gras, alimentando la muerte y la venganza a la altura de la diversión, asentando que el objetivo en tiempos más recientes es el deporte de confeccionar el “traje más bonito”.

La historia inicia 10 días antes del desfile de Mardi Gras del año 2005, comienza como un relato sobre los Jefes Indios y sus tradiciones, el trabajo a mano de los trajes y el significado de sus elementos, pero inesperadamente se transforma en un relato sobre la represión policiaca, la emotiva muerte del legendario Jefe Tootie, su funeral acompañado por una Second Line, el paso del huracán Katrina, la desesperación por perderlo todo y el regreso de los Jefes Indios como una señal de que el espíritu de Nueva Orleans no debe morir.

Como es de esperarse, la música juega un papel muy importante, mientras la cámara captura los preparativos de los líderes de la tribu, canciones tradicionales como Sew, Sew, Sew, Shallow Water e Indian Red reciben una amplia explicación que se inserta en las coronas y plumajes, pero también amplía la visión sobre tradiciones que van más allá de nuestra memoria inmediata.

Todo inició, como toda leyenda, como una forma de los residentes de color de rendir homenaje a quienes ayudaron a los esclavos fugitivos, sin embargo en la actualidad el tributo es también una fuerza que intenta con majestuosidad no ser borrada. Pocas tradiciones logran hacerlo, estos indios se sienten orgullosos de decir que no se inclinan, y como Bury The Hatchet muestra, lo dicen muy en serio.


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