Con los ojos hinchados, pero dentro de la normalidad. Los 13 medicamentos que tomo diariamente tienen ese efecto, el sopor y el limbo sustituyen la ausencia de sueños. Está bien, quiere decir que el envenenamiento no ha alcanzado mi organismo.
Esa es la rutina diaria para la nueva humanidad, sobre todo para los cazadores. Despertar y verificar que efectivamente no hemos soñado. Si no logramos recordarlo, un artefacto se encarga de rastrear cualquier actividad cerebral parecida a un sueño. La serie de datos que procesa el dispositivo NO-DRMSCP son enviados a un archivo central, todos estamos conectados, por seguridad general nadie puede escapar a ese rastreo.
A los cazadores no nos importa la maraña de datos descifrados por el NO-DRMSCP, sólo es una cuestión de luces. Verde indica un descanso libre de sueños, un alivio cuando te expones al borde. Somos los únicos autorizados a traspasar los límites de seguridad para crear las imágenes vívidas que son insertadas en la mente de la población para sustituir los sueños suprimidos con medicamentos.
Las píldoras diarias me hacen inmune a la enfermedad, 99 por ciento de salud garantizada, pero el uno por ciento restante nunca tarda en aparecer como un síntoma: los sueños. Los cazadores tememos a ese miserable porcentaje de probabilidad que significa el fin, pero estamos cerca de recuperar la cordura de nuestra especie, soñar de forma natural sería un gran avance, pero eso no está en nuestras manos, nosotros tenemos prohibido soñar para permitir que el resto de la humanidad tenga esa válvula de escape creada con nuestros montajes de vídeo.
En general, la luz roja es la peor sentencia que puedes recibir, en nuestro caso es una condena que no tarda en alcanzarnos. La población es sometida a un tratamiento, pero nosotros somos un peligro, podemos infectar las imágenes que transferimos al resto, la presencia de un sueño real es demasiado peligrosa para las colonias sobrevivientes.
Irónico que un soñador sea tan peligroso, antes sonreíamos con las fantasías inverosímiles conectadas con nuestras más profundas emociones, pero ya nadie aprecia a los soñadores, esa actividad cerebral no tiene ninguna ventaja, hemos aceptado la ausencia de sueños reales y preferido ingerir pastillas para sobrevivir.
Soñar libremente sólo nos recuerda que el caos acabó con todo, cualquier experiencia onírica puede significar nuestra extinción. No, ya nadie piensa que soñar es un alivio, es la maldición de nuestra época.
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Imaginario
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