Olinalá

Otoño


Te escuché exhalar por última vez mientras guardaba tus ojos dorados al fondo de una cajita de Olinalá. Presté atención a tus gruñidos mientras cortaba en pedacitos el hilo de plata que nos unía en las noches.

Aspiraste la última bocanada de humo, no observaste como arrugaba el cielo hasta lograr que la luna fuera un ojo cerrado. Remendé cada lado de su burlona sonrisa, zurcí las orillas de su brillo con 16 puntos. El cielo obtuvo una nueva constelación, 16 pequeñas luces emulando el vacío de nuestras apéndices.

Una constelación, una consolación para cuando el cielo se vuelva más negro esta noche. ¿Puedes observarla desde el fondo de esa caja? Ahora sólo observas el nacimiento de las raíces del eucalipto que dos veces al año ve una luz violeta. No más luna sonriente para ti, sólo un guiño forzado en el cielo que observa la tierra húmeda.

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