Bóveda

“Y no se te ocurra bajar.”

Nunca se me ocurrió ir hacia abajo, sólo la vi una vez, pero fue suficiente para saber que ella es mala, pero no lo suficiente, no es realmente algo como para gritar en su presencia.

Sé que creció en alguna tormenta extraña, pero esa es una historia demasiada larga como para detenerse a contarla, sólo puedo decir que cada vez que escuchaba esa frase de “y no se te ocurra bajar” sentía el gran impulso de bajar, de tomarla y lanzarla hacia un pozo o cualquier agujero profundo que me confirmara que realmente existía.

¿Era un sueño? ¿Era una mentira? Hasta la fecha sigo preguntándomelo. En algún momento alguien me murmuró al oído que si lograba quemarlos juntos al sueño y a la mentira podría acercarme a la verdad, pero sabía que si lo hacía ella se rompería. Se rompería. Se rompería. Se rompería y ya no habría sitio para otra tormenta de engendros.

Voy a correr el riesgo, pero podría ser una racha de mala suerte. Hago mis planes en la noche. Hay un sonido horrible, eso está bien, estoy apenas viva. Es sólo una cuestión de tiempo para que ella escupa en los veranos y sonría a la noche, que salte los muros y corra sabia y silenciosa.

Y, oh, esto no es como termina, porque tomó un momento, tomó nada ver a las jóvenes que parecían criadas por los lobos. La sensación fue fuerte cuando vino a lo largo de... aunque no recuerdo mucho de esa ráfaga, al menos de como ocurrió, sólo puedo mostrar que a lo largo de mi brazo izquierdo y parte de mi espalda algo sucedió.

Mi compañero de juegos, el que me susurraba al oído, guardó silencio después de eso, después de ese día en que la luna fue redonda y llena y llamó Mi mente. Se que pudo llegar demasiado lejos, pero eso ya no me interesa, apenas estoy viva.

Su revolución ha sido dejada al azar para recuperar las calles o tomar el tiempo suficiente para crear una nueva recta, pero no hay mucho para tomar, no es mucho lo que podría suceder, porque la vagabunda ha encontrado un rumbo a seguir.