Un ícono de los 60s y un suspiro de nostalgia por algo que muchos no vivimos, sin embargo mi acompañante de correrías se encargó de inyectarme con sus recuerdos de funciones dobles de películas de acción, olor a palomitas, saltos de bardas y malteadas mientras recorríamos el estacionamiento 4 del Centro Cultural Universitario en C.U., algo que definitivamente envidié y que sólo pude comparar con mi afición a los cine clubes universitarios, los extensos maratones de la Facultad de Ciencias o el aguante extremo para asistir a todas las funciones de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y el Festival de Cine de Verano de la UNAM.
Obviamente no hay comparación, simplemente porque hace mucho que no veía tanta curiosidad, jamás me habían dicho que sintonizara una estación de radio para completar la experiencia, nunca había tenido la libertad de fumar sin restricciones (excepto alguna vez en Cinemanía), jamás había percibido el delay de audio a través de diversos autos, no había tenido el gusto de ver tantas burbujas masivas sin restricción y observadores resueltos a ver la imagen alrevés al no ser de los afortunados en entrar al estacionamiento, tampoco me había tocado presenciar la disposición del público a aplaudir a través del cláxon y las luces del automovil.
Algo que llegó a México en 1961 con la creación de la compañía Autocinemas de México de Roberto López Franco y desapareció hace más de dos décadas (según el recuerdo de Chinos el de Satélite concluyó con un concierto de rock), en los últimos años ha sido rescatado por organizadores de festivales y cinéfilos nostálgicos. Seguramente alguien lo hizo antes, pero de mis recuerdos sólo puedo rescatar al FICCO y su autocinema en la Plaza Pública del Faro de Oriente con la proyección de Bus 174 y el estacionamiento de la Universidad Iberoamericana con el documental Heima de Sigur Ròs.
A los recuerdos ajenos del Autocinema del Valle, el Autocinema Satélite (en los terrenos que ahora son de la tienda Suburbia junto a Plaza Satélite y que después se movió a donde se encuentra el Price Club) y el Autocinema Lindavista, se suma el día de ayer con el festival DocsDF y la presentación del documental Los que se quedan, de Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman, una experiencia película de 200 automóviles, 50 pesos por cada unidad y, a pesar del frio que me empezó a calar (rechazado por una cobija, ¿dónde más podría ir tan preparada?), una sonrisa y una serie de fotografías que ya pueden checar en mi Flickr.
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