Gomorra: historia de rabia y ambición

Desde finales del año pasado El País le dedicó varios artículos al escritor Roberto Saviano y a su vida después de Gomorra, el libro que durante seis meses le dio la fama, dinero y reconocimiento, y que después lo convirtió en un fugitivo dentro de su propia ciudad, incapaz de salir a la calle sin una escolta de seis gigantones, una celebridad de Facebook aislada de todas las personas que conocía debido a una inminente amenaza de muerte.

Con menciones de Maradona y fotografías entre camorristas, un vestido de Angelina Jolie en la ceremonia de los Oscar, la influencia en la economía italiana (autos, leche Parmalat, ropa de alta costura, tráfico de drogas, desechos tóxicos, compañías constructoras), tejes y manejes entre Nápoles, Escocia, Alemania, España y Portugal, tráfico de armas durante la guerra de las Malvinas, algunas relaciones con John Gotti, el entrenamiento de adolescentes con chalecos antibalas, una visita a Mikhail Kalashnikov y la historia de la AK47, la creación de armas caseras y las pruebas de drogas en las calles de Nápoles, Saviano sigue la creación de la violencia y la política del miedo a costa de su propia cabeza, falló al código de la omertà, razón por la que Umberto Eco lo considera un héroe nacional y por la que se han puesto de su lado Orhan Pamuk, Günter Grass y Mikhail Gorbachev.

La Camorra lo tiene en la mira debido a ese primer libro, él dice que tarde o temprano lo ejecutarán… su vida tal vez hubiera sido más fácil si no hubiera optado por la realidad, si hubiera cambiado algunos nombres, datos y direcciones, sin embargo Saviano decidió apegarse a la realidad, que definitivamente sorprende más que la ficción.

Algunos fragmentos de Gomorra, que seguramente no son parte de la película, que llegará a la cartelera mexicana el próximo verano.

“Es como si poseyeran en exclusiva el concepto de violencia, la carne de la violencia, los instrumentos de la violencia. La violencia se convierte en su territorio; ejercerla equivale a ejercitarse en su poder, en el poder del sistema”.

“Yo sé, y tengo las pruebas. Yo sé dónde se originan las economías y de dónde toman su olor. El olor de la afirmación y de la victoria. Yo sé qué exuda el beneficio. Yo sé”.

“Te deshojan lentamente. Una hoja cada día, hasta que te encuentras desnudo y solo, creyendo que estás luchando contra algo que no existe, que es un delirio de tú cerebro. Empiezas a creer en las calumnias que te señalan como un insatisfecho que la toma con los que han triunfado, a quienes, por su frustración, llama camorristas. Juegan contigo como en el juego del Mikado: van quitando todos los palillos de madera sin que tú te muevas; así, al final te quedas solo, y la soledad te arrastra de los pelos. Y ese es un estado de ánimo que aquí no te puedes permitir”.


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