En la era de lo intangible



Cuando los CDs fueron introducidos a principios de los 80, inmediatamente descubrimos que esa sería la tendencia en la industria de la música. Ciertamente parecía una mejora después de la aparición del cassette, los discos compactos convenientemente reunían la música y el arte en un limpio y pequeño paquete, pero una de sus grandes carencias era la falta del arte, especialmente cuando lo comparabas con la vibrante y vívida sensación que otorgaban los discos de vinilo.

Gran parte de nuestro placer visual se derivaba de saborear la innata irrealidad de cada álbum, incluso el más simple de los diseños desplegaba un acercamiento táctil que perdimos poco a poco cuando la funda se encogió del gran formato de 31 centímetros por lado a un lienzo del tamaño de una servilleta. Ese fue uno de elementos que apresuró el proceso de extinción de una de las cosas que hacía que los discos fueran toda una experiencia sensorial.

El arte del álbum – alguna vez una parte crucial de la identidad de cualquier banda – ha ido muriendo lentamente por décadas. Para la mayoría, el cambio del disco de vinilo a la caja de plástico no ha sido tan dramático, porque todavía podemos sentir las imágenes, las letras y conectar la parte visual con la auditiva, pero con la experiencia musical moviéndose hacia los intangibles territorios de Internet, ha sido inevitable que el arte se haya comprimido a una mínima expresión o haya desaparecido completamente con todos los discos que quemamos y bajamos de la red.

Y aunque en alguna época la funda del disco fue el vehículo de exposición del artista, tristemente los días de gloria de esa forma de arte parecen estar contados. Algunos diseñadores, entre ellos los más reconocidos como Ian Anderson y Peter Saville, piensan que el diseño de cubiertas pronto será parte del pasado, que debemos aceptarlo sin vivir un ataque de nostalgia y continuar con nuestras vidas. En el mejor de los casos, sugieren que intentemos comprender ese material virtual no táctil y nos adaptemos a las formas más creativas de la era del download.

Como estaban las cosas en la década pasada, los diseñadores enfrentaron nuevas restricciones con el tamaño de las imágenes. Las bandas también empezaron a resentir el cambio, la noción romántica de que su disco tendrá el glorioso formato de 12 por 12 centímetros empezaba a resquebrajarse, cuando enfrentaban la realidad descubrían que el diseño del álbum se convirtió en un reto de 50 pixeles por 50 pixeles, el nuevo formato utilizado en tiendas digitales y servicios de streaming o cualquier otro lugar en la red, presentaba el mismo tamaño: el más pequeño.




  • IMÁGENES RESIDUALES

El cambio llegó en un momento en que las bandas necesitaban, más que nunca, de un buen arte. Cada nueva banda que aparece a cada segundo crece con el menor apoyo posible de las disqueras, que prefieren invertir poco en promover a sus artistas e intentan romper con ese desarrollo que las hacía extremadamente buenas en el pasado. Los sellos ahora tienden a firmar a un montón de actos, tirarlos al muro de las radiodifusoras y a playlists para ver básicamente que se pega, solo a eso apostarán parte de su presupuesto.

Ahora que mucha gente está obteniendo su música vía download o streaming ni siquiera observa la portada, el arte del CD lentamente se convirtió en algo dispensable, primero porque la elección para escuchar música se reduce al reproductor de la computadora y los dispositivos móviles, y en segundo lugar porque la forma de adquirir la música es Internet, con ambos elementos no solo parece desvanecerse el arte del disco en la memoria cultural, sino la idea del álbum tal y como lo conocemos.

Con cientos de canciones individuales almacenadas en reproductores portátiles, computadoras y discos de almacenamiento externos, el arte ya no nos atrae, porque ya no lo identificamos con la música. Las fundas ya no cautivan nuestra mirada, al menos no como solían hacerlo cuando acariciábamos los LPs o CDs en la tienda. Las pequeñas imágenes no logran llenar ese gancho que tienen el vídeo, el anuncio impreso o la portada del disco en su forma física, parecen imágenes residuales, un adorno mínimo sin el impactante sentido que tenía hace muchos años.


  • PORTABILIDAD Y ACCESIBILIDAD

Sin embargo, hay muchas razones para apreciar el movimiento hacia la música digital. La primera razón que nos viene a la mente es la capacidad de almacenamiento. Ninguna colección de discos volverá a ocupar toda una pared de nuestra casa, sobre todo cuando existe la posibilidad de contener música al infinito en un disco duro o cualquier otro sistema que venga en camino después del streaming. Otros beneficios que hacen más atractivo al nuevo formato son la portabilidad y la accesibilidad, que con su intangibilidad nos hacen pensar que la música prácticamente nos puede acompañar a cualquier lugar en cualquier momento.

Lógicamente, las ventajas de la música digital parecen más interesantes que las desventajas. Al requerir menos espacio, nos brinda la posibilidad de personalizar nuestra experiencia con cualquier sistema de reproducción. No hay duda, las ventajas de los discos en su forma física parecen pocas (claro que todo esto tenía sentido hasta el revival del vinilo y la aparición del objeto del deseo en forma de CD de Tool en el 2019), pero hemos comprobado que los discos son más que la música que contienen: son una forma de vida que nos invitan a observar y sentir que de alguna forma cada nota parece sumamente real.



Con la llegada de los CDs surgieron nuevos retos para los diseñadores, se liberaron nuevas formas creativas, especialmente en años recientes, que nos otorgaron increíbles empaques y diferentes maneras de envolver el disco plateado. Hacer especial a un CD y convertirlo en un objeto de deseo para que vendiera más copias fue todo un desafío, algo que no parecía importar en el nuevo formato hasta que llegó la realidad aumentada. La realidad es que no importa que tan creativos se vuelvan los diseñadores, el problema con los MP3s es que no hay empaque, que a final de cuentas es nuestra mayor pérdida.

La música digital no necesita ser protegida de rayones o polvo, y no necesita competir por tu atención en un estante al lado de cientos de lanzamientos, definitivamente no necesita un empaque. Claro, se hace el esfuerzo por mostrar una imagen de la portada del disco físico, pero solo es una solución para cerrar la brecha un rato. Con la adopción general de la música digital, es un hecho que el arte del álbum dejará de existir como lo conocemos, aunque todavía no lo podemos dar por perdido.

Las compañías discográficas intentan darle un valor agregado, incluyendo un trabajo de arte específico para cada descarga individual, pero hasta que lleguen con otra innovación, no habrá sustituto para la vieja e histórica portada que acompaña la música que adoramos. Por esa razón cientos de diseñadores intentan traer de regreso el arte, están experimentando con nuevas herramientas e ideando planes para reinventar la portada en la era digital, deseando fervientemente encontrar el punto que transformará nuevamente a la industria discográfica.

Algunas estrategias y diseño de producto ya están en marcha, todo para evitar que el arte del álbum sea sólo una estampilla. Mientras algunos grupos reviven el vinilo y su arte de grandes proporciones para atraer a una generación que no creció con ellos, diversos sellos intentan reinventar la experiencia, en algún momento se agregaron al download notas de producción e imágenes exclusivas (utilizando Adobe Flash Lite). En otros casos se recurrió a las tarjetas SD, memory sticks, USB Flash Drives y el Wamo pack, que cruza la línea entre los reproductores habituales y los teléfonos celulares para brindar ringtones, vídeos, tracks completos, entrevistas exclusivas y menús interactivos. Aunque brinda al que escucha un nuevo nivel de sofisticación, el Wamo pack no logró ser la nueva generación de álbumes digitales.



  • CONVERGENCIA DE IDEAS

La mayoría de los diseñadores considera que no es suficiente el arte digital en computadoras y reproductores, que es necesario involucrar todas las posibilidades que brinda un equipo de entretenimiento y aprovechar la convergencia tecnológica. Tampoco es suficiente el contenido en una consola de vídeo juegos, es necesario llevar la creatividad a un mayor nivel de interacción. El trabajo de arte ciertamente debe entrar al territorio de la alta definición e integrar diversas tecnologías, considerando siempre la posibilidad de escalar cualquier lanzamiento para mantenerse al paso de las tecnologías emergentes.

Es necesario empujar todas las posibilidades para alcanzar ese contenido atractivo, que algún otro copiara y convertirá a la larga en un nuevo estándar. Algunos fanáticos de la música ya conocen parte de esas posibilidades, han sentido la experiencia multimedia que acompaña a los álbumes digitales y han visto como se reinventa la portada del disco de una imagen estática a un arte interactivo, que apunta hacia creaciones y experiencias personalizadas.

Claramente extrañaremos esos objetos de veneración — aún en los CDs. Las fotos, las notas de producción, los créditos, los agradecimientos y los pequeños secretos que se nos revelaban mientras escuchábamos cada canción, sin duda van a cambiar. Por menos del precio que cuesta imprimir las portadas y los booklets recibiremos slideshows, extensas galerías de fotos, vídeos, biografías, créditos, letras, mercancía alusiva, íconos, ringtones, entrevistas, wallpapers y un largo etcétera que todavía no alcanzamos a imaginar.

Obviamente muchas de estas cosas podremos acariciarlas de otra forma en nuestro reproductor de mientras escuchamos la música, el resto se distribuirá en varios artefactos y seguirá inundando nuestra mirada. Sin duda obtendremos más de lo que teníamos en el pequeño booklet del CD.

Aunque está claro que ya no volveremos a tener esa conexión física con el empaque, las imágenes encontrarán otra forma para liberarse. Tal vez la era de la música empacada como un objeto multimedia apenas está por comenzar, pero podemos asegurar que la función de la imagen como un gancho de atención será algo obsoleto y nos llevará en sentido opuesto: de la música al contenido visual y no del empaque a la música.

0 comments:

Publicar un comentario

 


Sobre Karipunk