Reedición, reedición, reedición... la palabra aparece con más frecuencia, es la constante del presente y al mismo tiempo el eco de otra época, la promesa de algo viejo que se vuelve nuevo con tan solo ponerle esa palabra. Discos que nunca antes habían sido lanzados en un formato se convierten en el objeto de deseo, discografías completas se vuelven llamativas nuevamente por un simple detalle: aparecerán en vinilo.
Platicando con el escritor Carlos García, quien nos visitó en algún momento para participar en Residente 101, llegamos a ese objeto que algún conocido locutor estaba deplazando para cambiar de formato, tal como sucedió en la década de los 80, pero a la inversa. Los coleccionistas de CDs regresan al vinilo y lo realizan partiendo del abandono, regalando colecciones, repartiendo discos a diestra y siniestra, vendiéndolos por la mitad de su costo original, dejándose llevar por la posibilidad de tener nuevamente en sus manos un objeto que los emocione, con el arte amplificado que la industria nos obligó a olvidar u observar de forma reducida.
En el 2001 hablábamos de las grandes dificultades ue vivía la industria discográfica, al grado de que las compañías y músicos tuvieron que tomar múltiples medidas para evitar que todo producto se convirtiera en parte de la piratería industrializada, o que se fomentará en mayor medida el pitareo hormiga en manos de aquellos que prefieren reunir los discos de todos sus familiares y amigos para crear su fonoteca.
A pesar del triunfo de las seis más importantes disqueras que existían en ese momento sobre Napster (que suspendió su servicio de intercambio de música en julio de ese año), no se logró impedir que emergieran servicios en línea como Morpheus, Winmx, Imesh, Gnutella y Audiogalaxy. Ese triunfo tampoco impidió que los piratas más profesionales aumentaran sus ganancias al lograr reproducir por millares todo producto, aún antes de que saliera al mercado oficialmente, quince año después ese trinfo significa poco cuando dejamos de hablar de discos vírgenes y nos encontramos con cajas llenas de USBs con catálogos por géneros a precios risibles.
Ese combate incluyó ciertas medidas de valor agregado a los discos con lo que las compañías, distribuidoras y músicos trataron de alejar a sus compradores de los productos de inferior calidad, impulsaron el lanzamiento de ediciones especiales, el arte del disco cuidadosamente elaborado para crear una experiencia, lanzaron camisetas, incluyeron pósters, autógrafos y videos interactivos que intentaban colocar al CD como objeto dominante ante un futuro que prometía extinguirlo, exactamente como ocurrió.
Aquel ciclo en el que el CD provocó la extinción del vinilo, es el mismo que está provocando su desparición, si, está involucrado el streaming y la facilidad de tener al alcance discografías completas, sin embargo creo que gran parte de la euforia del vinilo nos hace olvidar una época dominada por la idea concreta, el largo periodo dentro del estudio como una inversión en el arte, la colocación correcta de tracks en secuencia para crear un concepto total y los experimentos para llegar a la idea abstracta, la cual también está presente en el CD, pero sabíamos que cosas malas venían cuando empezaron a aparecer tutoriales de como realizar manualidades con la superficie brillante del disco compacto.
Estamos hablando de colecciones de toda una vida, donde caben departamentos de antisociales y personas sociales a través de la música, además de quienes prefieren el objeto a las personas, por lo que me resulta imposible considerar el desplazamiento. No sé ustedes, pero en este ir y venir de formatos ya opté por reglas claras: si lo tengo en vinilo no lo compro en CD, si lo tengo en CD no lo compro en vinilo (aunque la reedición sea tan prometedora).
Reedición... a veces atractiva, otras muchas veces (la mayoría) detestable.
ResponderEliminarAfortunadamente, he podido conservar mi colección de discos o LP's (no vinilos porque no estamos en otras latitudes) en versiones originales, en primeras ediciones. Siento que las reediciones solo estropean el mercado ya que los venden al doble o triple de precio. Aunque cabe mencionar que he adquirido los discos de Soda Stereo y Cerati que nunca antes habían sido editadas en LP y aunque se que la calidad no es igual, que que fueron editados para sonar mejor en digital, tenía que tenerlo.