Durante años el Vans Warped Tour ha sido una fuerza itinerante de punk, rock y otras mezclas de géneros, un circo de y para orgullosos inadaptados que cruza gran parte del territorio estadounidense cada verano. Se mantiene como una muestra de cultura juvenil siempre renovada al adoptar la ética fuerte y unificadora de su fundador Kevin Lyman, pero bajo las múltiples capas de leyendas y sonidos alrededor del festival, al interior existen diversas estructuras de la industria de la música, las cuales a la par del Vans Warped Tour han crecido, prosperado o implosionando para buscar un nuevo camino.
No Room for Rockstars no es la típica película de concierto, están presentes las actuaciones, el sudor y la emoción del público, pero es más sobre lo que se construye y ocurre al interior, con Lyman en el centro del espectáculo, apoyado por el equipo que entre ciudad y ciudad encuentra nuevos retos como cancelaciones, artistas lesionados, tormentas eléctricas y amenazas de tornados. El documental te lleva al núcleo del tour, enfocándose en el espíritu del evento y la fuente de la música en vez del mismo espectáculo.
El documental muestra el entusiasmo de sus actos, fanáticos y equipo de operación por una experiencia conducida por la pasión por la música, pero ese aspecto también nos lleva al cansancio después de 43 ciudades y 52 días en el camino. Un viaje extremo que lleva a la audiencia hacia otro aspecto de la música que pocos conocen o no recuerdan al entrar a la zona donde se realiza el evento.
Con dos intensos meses de viaje a través de Estados Unidos, la película brinda acceso a backstage, los autobuses, las reuniones de roadies, el centro de operación de Vans Warped Tour e incluso la parrillada para los conductores de los camiones, quienes comúnmente se pierden toda la acción al llegar a cada punto que toca la gira. También muestra una interesante mezcla de entrevistas no sólo con los músicos que participan, también con varios fanáticos y, más interesante, con todas las personas detrás de escena, los responsable de montar y desmontar todo el espectáculo, dando un vistazo de primera mano sobre todo lo que está involucrado en la producción.
El documental sobre el Warped Tour puede observarse también desde la perspectiva del festival que, con su bajo costo de entrada, permite que muchos jóvenes en poblaciones muy aisladas tengan acceso a las bandas del momento, pero también es una pugna entre los advenedizos de todos los géneros, la participación de organizaciones benéficas y otras compañías que nos llevan al segundo aspecto, en el que Warped es más que nada un nicho de oportunidades de marketing, diseñadas para capturar a un grupo demográfico con el campamento de punk-rock y el bombardeo de logotipos corporativos y ofertas especiales a cambio de comida cara y bebidas a un precio no tan accesible.
Un ejemplo de ese movimiento de necesidades e intereses es una tormenta que impide que uno de los actos pueda subir al escenario. No salir al escenario significa que las ventas de CDs en el festival se verán perjudicadas, sin embargo el documental logra poner los hechos en perspectiva, permitiéndote conocer que las bajas ventas también perjudican a diversas familias, a final de cuentas es un trabajo y los músicos y sus hijos no viven de aplausos, tienen que pagar sus facturas al igual que el resto de nosotros. El documental quizás es completamente sobre Warped Tour, pero también es una lupa hacia la cultura de la música, mostrando el arduo recorrido en el camino desde su lado menos glamoroso, donde cada concierto es en potencia un disco vendido y dinero en el bolsillo, definitivamente es trabajo.
El director Parris Patton logra que el enfoque hacia los músicos no sea el que siempre se muestra a los fanáticos, aunque no revela grandes secretos sobre el negocio y el camino hacia el éxito, pero logra capturar las encrucijadas críticas de una gira, con grupos negociando entre los compromisos comerciales y mantenerse de alguna forma cerca de sus ideales.
Afortunadamente No Room For Rockstars no se inclina hacia ningún lado, durante varios momentos clave los cuatro actos capturados a lo largo del documental encuentran un nuevo episodio en esa cadena dentro de la industria, ya sea como un nuevo percance en la carretera, una nueva oportunidad por parte del organizador del festival, el desplome en ventas, listas de popularidad en movimiento, una firma de autógrafos seguida de un plan de medios exitoso, la aparición en un programa de televisión o la invitación a participar en un espectáculo donde una sola canción brinda ganancias equiparables a todo lo recaudado a lo largo del Warped Tour.
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