No voy hacia esa queja, sino a sus consecuencias, las medidas que han tomado los músicos para subsistir cuando no todos alcanzan el tipo de éxito que asegura un sólido fondo de retiro basado en las ventas en las tiendas digitales.
En vista de que las regalías y la venta de discos y canciones individuales ya no es la mayor fuente de ingreso de la mayoría de los actos, el aplauso se ha convertido en la mejor forma de subsistir, no porque el ego sea la dieta del rock and roll, sino porque han tenido que realizar giras cada vez más largas. Aunque la mercancía oficial encuentra una mejor forma de salir a la venta en los conciertos, atraer al público no basta, por eso muchas bandas se han amparado en la nostalgia por las discografías completas y el significado que tiene su música.
Ya en anteriores ocasiones he tocado los ejemplos de Bruce Springsteen, Pixies y Primal Scream, quienes retomaron un disco en específico y celebraron su lanzamiento (muchos años antes) tocándolo completo, en el orden que aparecieron los tracks y con la inclusión de los cortes que no llegaron a ser sencillos, pero que en la mente de los fanáticos tienen el mismo valor.
La idea se ha retomado en diversos puntos del mundo, como ejemplos más cercanos están los de Austin TV que realizarán dos conciertos especiales por el aniversario número 10 de su EP debut; El Clan con su homenaje y grabación en vivo de su primer álbum Sin Sentir y la residencia que realizará Fobia en El Plaza Condesa en agosto y septiembre, donde bajo el nombre de Fobiarama tocarán toda su discografía en días diferentes y con diversos invitados.
Sabemos que esa formula no se agotará pronto, nos gusta la idea de escuchar lo que nunca habíamos podido apreciar a plenitud en vivo, aunque se trate de álbumes discos que ya tienen varios años en el anaquel, pero al mismo tiempo aparecen nuevas formas de atraer a la gente a los conciertos, estrategias que son un verdadero reto y regocijo para los músicos y que les permiten celebrar sus propias creaciones.
Lejos de regalar canciones, aplicaciones, fiestas de escucha flashmob, conciertos para contar la historia de cada canción (al estilo VH1 Storytellers, la más reciente de Saúl Hernández revelando los secretos de las canciones de Caifanes y Jaguares) o sesiones de grabación como la que realizó Café Tacvba en Argentina, Chile y México para su nuevo álbum, es grato toparse con lo que hace My Morning Jacket, que retoma la idea de Total Request Live (la de David Bowie, no la de la serie de MTV), donde la memoria se agiliza y la relación con su publico se estrecha con base en las peticiones.
Se trata de The Spontaneous Curation Series, una gira por Estados Unidos y Europa apta para fanáticos y asistentes a conciertos que siempre se quedan con ganas de una canción y que gracias a las redes sociales ahora fungen como curadores de sets en vivo. Cada presentación se somete a peticiones a través de Twitter y la sección Roll Call Forum de la página de My Morning Jacket, abarcando cada disco y rarezas del grupo, lo cual agrega una espontaneidad y singularidad irrepetible.
¿Porqué es apreciable la idea? Las peticiones en hashtag logran una compilación que reta al grupo, permitiéndole salirse de la zona de seguridad del set repetido noche tras noche (y vayan ustedes a saber desde hace cuántos años), devolviéndoles la emoción que se desgasta después de lanzar un disco y salir de gira durante meses para tocar las mismas canciones. Obviamente requiere un mayor esfuerzo recordar un amplio catálogo de discos, sencillos, EPs y lados B, pero eso marca un camino para el futuro de la industria, al menos la que es controlable para los músicos, sus creaciones se refuerzan y adquieren nueva vida gracias a las personas que los siguen: los fanáticos.
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