Los documentales de rock hechos por fanáticos suelen caer en dos categorías: excluyen a los que no son seguidores o crean un cerco poco convincente alrededor de todos. Pearl Jam Twenty inicia como algo excluyente, para fans, pero se abre lentamente para incluir a todos al examinar 20 años de trayectoria desde la perspectiva de un periodista, transformado en director de cine, que vio como sus amigos crecieron y se convirtieron en un grupo que ha vendido más de 60 millones de discos en todo el mundo.
Con sus recuerdos de camisas de franela, mosh pits y el noroeste del Pacífico, no es precisamente un documental neutral, la retrospectiva evita desde el principio detalles sobre la vida personal de sus integrantes (no sexo, no drogas y breves menciones de alcohol), podría creerse que por esas razones no se nos cuenta totalmente la historia, sin embargo Pearl Jam Twenty es sobre rock and roll y la idea del grupo que se mantiene unido, no la de los egos individuales que a veces ponen en peligro a la banda, incluso cuando eso significa que la mayoría del tiempo veremos a cuadro al vocalista.
A partir de eso Cameron Crowe traza las raíces de Pearl Jam en su predecesor Mother Love Bone, el grupo de los 80 formado por el guitarrista Stone Gossard, el bajista Jeff Ament y el vocalista Andy Wood, quien después de perder la vida en una sobredosis en 1990 involuntariamente dio vida a Pearl Jam.
El filme detalla esos momentos con precisión, sumergiéndonos en la formación, el caos que significó, la forma en que alcanzaron la fama al lado del frenesí del grunge y la creación del círculo de confianza, que les permite trabajar dentro de la cultura que los rodea, enfrentar a Ticketmaster, hacer parodias de George W. Bush en el escenario a pesar del abucheo del público, lanzar discos conforme a sus propios intereses o sufrir al interior al conocer la noticia de la muerte de nueve de sus seguidores en el festival de Roskilde en Dinamarca.
PJ20 no siempre se esconde de los momentos negativos de su carrera, sin embargo, nunca se revuelca en la suciedad y el barro, es sobre los momentos que realmente brillan, porque aparte de las actuaciones en directo, los miembros de la banda lucen mejor cuando se les encuentra con la guardia baja, es ahí cuando se muestran dramáticos o humorísticos, brindando incluso un verdadero sentido genuino de la historia al trasladar al que observa a los recuerdos de esa época.
Para Cameron Crowe los detalles lo son todo, por eso nos permite escuchar junto con el vocalista un demo de Mookie Blaylock (la banda que se después adoptó el nombre Pearl Jam), busca el fragmento de la entrevista en la que Vedder se niega a hacer playback durante el video promocional del sencillo Alive, nos sube en un autobús para escuchar como se compuso la canción Daugther y nos lleva al interior de las bandas de Seattle, dejando ver la hermandad con Chris Cornell de Soundgarden y la rivalidad creada por los medios entre Nirvana y Pearl Jam.
También incluye el furor del grunge, con Vedder negándose a aparecer en la revista Time (al mismo tiempo que recuerda como Bob Dylan rechaza ese medio en la película Don't Look Back), las pasarelas de moda repletas de franelas y botas Dr. Martens, Adam Sandler realizando una parodia de Evenflow en Saturday Night Live, y Andy Rooney burlándose en 60 Minutes de los jóvenes que no encuentran consuelo después del suicidio de Kurt Cobain.
Crowe, quien era periodista de rock en Seattle en el momento en que surgió Pearl Jam, se aproxima a sus protagonistas con gran entusiasmo, tal como lo hace su personaje semi-autobiográfico en la película Almost Famous (2000), busca escenas que aumenten la mitología alrededor del rock and roll y aborda las ironías para brindar mayor trascendencia al grupo, se muestra más fascinado por su pasado e intenta crear conexiones con sus influencias, The Who, The Ramones y el recuento de bateristas al estilo de This Is Spinal Tap.
No es una historia lineal, Crowe se aproxima al documental en una forma artística que va y viene dentro de muchos elementos de la misma historia, revelando poco sobre las personalidades y las obsesiones, pero creando cierta intimidad con unos músicos que no ofrecen muchas entrevistas, no hablan mucho sobre sí mismos y que asumen la postura de estrellas de rock desde otra perspectiva.
La voz de Eddie Vedder, un gruñido de angustia terrenal que ha sido muy imitada, se suma a la sombría música de Pearl Jam, su trascendencia se hace evidente y el director la ensambla con lo efímero —viejos pósters, películas caseras, fotos detrás del escenario— para hacer notar la extraña tranquilidad dentro del grupo, la manera en que el vocalista a pesar de su timidez se convirtió en el portavoz y la forma en que la presencia de Andy Wood permanece sobre ellos aún años después de su desaparición.
A pesar de que no pretende ser un retrato documental desapasionado y riguroso al excluir la vida privada de los protagonistas, se centra más en la integridad personal y profesional que ha mantenido a Pearl Jam, una honestidad que se muestra muchas veces a través de la canción Alive, como la clave para perdurar y prosperar dentro de la industria de la música. Eso, y la capacidad de hacer rock.
Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en www.sonicarsenal.blogspot.com.
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