A través de la compañía cinematográfica de Vice, los productores/directores Eddy Moretti y Suroosh Alvi inician una serie de viajes a Bagdad en el verano del 2006, inician el documental con su entrada a a la ciudad a través de Alemania y Kurdistan, el obligatorio chaleco antibalas y un séquito de seguridad que cobra $1,500 dólares, toman todos los riesgos tan sólo para entrevistar a Acrassicauda, la única banda de heavy metal de Irak. Las primeras escenas de Heavy Metal In Baghdad son significativas, pero entendemos el objetivo y el riesgo de la empresa hasta que Suroosh Alvi mira a la cámara y dice: “Es arriesgado. Es peligroso. La gente dirá que es realmente estúpido que estemos aquí. Pero, uh, ustedes saben, el heavy metal manda”.
Con las primera imágenes y palabras comprendemos el objetivo de Heavy Metal In Baghdad, sin embargo no comprendemos plenamente la situación hasta que llegamos al terreno de Acrassicauda, la banda que propició un artículo de revista y se convirtió en el centro de un documental, que confirma en unas pocas palabras porque ese género es el adecuado para ellos a pesar de las pocas posibilidades que tienen para tocarlo: “si quieres saberlo, sólo mira a tu alrededor, vivimos en un mundo de heavy metal”.
El filme los encuentra primero en uno de sus pocos conciertos en noviembre de 2003 en la Bagdad de Saddam Hussein, ante una pequeña pero franca audiencia de headbangers. Después los volvemos a ver durante el periodo de “democracia” posterior a la guerra en Irak, cuando la situación hizo imposible realizar conciertos y la libertad para viajar al interior del país fue limitada debido a la violencia, pero en ese momento también descubrimos a los integrantes más taciturnos, vemos que su libertad también se ha limitado en lo que pueden decir (no pueden criticar al Gobierno), usar (una simple camiseta de Slipknot puede ponerte en peligro), hablar (es extremadamente peligroso comunicarse en inglés en público), que tan largo puede ser tu cabello (las autoridades piensan que sólo los enviados de Satán llevan cabello largo) o incluso como mover tu cabeza (el headbanging está prohibido porque se asemeja al movimiento de oración de los judíos).
En julio de 2005 volvemos a encontrarnos con Acrassicauda, ésta vez vemos unas pocas emociones reprimidas, están a punto de de realizar un concierto auspiciado por la revista Vice en un hotel cercado por barricadas y soldados estadounidenses. Esa es su última presentación en Bagdad, la vida después de ese momento se vuelve sumamente violenta como para realizar eventos culturales, el miedo y la paranoia crece en el país, la situación es tan opresiva que eventualmente el grupo se separa, algunos de sus integrantes escapan de Irak y otros permanecen en el mutismo de Bagdad. No volverán a reunirse hasta unos meses después, ahora como refugiados en Siria, compartiendo la pobreza de otros 2.5 millones de refugiados iraquíes. En total, con todo y las aspiraciones del grupo, presenciamos cinco presentaciones, realizadas entre 2002 y 2006, constatando que no hay forma de que el heavy metal se propague.
Lo que presenciamos en Heavy Metal In Baghdad no sólo es la imposibilidad de Acrassicauda de subsistir como banda, observamos la desintegración de la ciudad y el país junto con las aspiraciones de los integrantes del grupo. El documental nos ofrece una mirada única a un país aplastado, la fuga de cerebros y un grave problema de los refugiados que sobreviven, tanto psíquica como culturalmente, un recuerdo del sustancioso poder del metal.
Level 11 por Karina Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en www.sonicarsenal.blogspot.com.
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