Cómo si se tratara de una cuestión de volumen, en cuanto escuchas la canción sientes la necesidad de subirle más para llegar hasta ese momento en que incluso el corazón rebota contra las costillas y el inconfundible zumbido aparece al fondo de tu oído, la marca vibrante que Ozzy Osbourne alguna vez dijo era prueba de que llevas años metido en la música.
Echénle la culpa a la música o al hecho de que necesitamos altos decibeles para escucharla dentro de nuestra burbuja móvil, la cuestión es que desde que Nobutoshi Kihara construyó el primer Walkman en 1978, la pérdida del oído fue inversamente proporcional a la intensidad de la guitarrita de aire (intenten alcanzar la emoción de un solo a bajo volumen y verán que no sienten nada), sin embargo las autoridades (oh, gobernantes envidiosos de nuestra capacidad de apreciación musical) están preocupadas con datos que muestran que la sordera de los jóvenes está en aumento.
Un informe del año pasado demostró que hay millones de personas en riesgo de pérdida de audición permanente por escuchar música a alto volumen. Como insensatos usuarios que somos (anda súbele más al volumen) queremos pasarnos el límite. Supongo que esto es algo harto conocido por todos, porque no importa cuantas limitaciones de volumen aparezcan en nuestros reproductores portátiles, somos capaces de encontrar un booster para rebasar los 150db y colocarnos a nivel de concierto en estadio.
Desde hace años Apple ha intentado someterse a las normas y a la consideración del futuro de sus usuarios, sin embargo si compras un iPod en América el volumen es bastante más elevado que el de un iPod europeo. Eso se debe a que existe una normativa Europea que restringe el volumen al que suenan los dispositivos portátiles de audio con el fin de evitar que se dañe el oído de nosotros, oh, amantes del ruido de gran intensidad.
Mientras que en la mayoría del mundo el iPod permite a los usuarios hacer con sus oídos lo que les de la gana, en Europa ya le bajaron a los decibeles desde la fábrica, pero pronto restringirán más el volumen de los reproductores de música digital a 85dB - aproximadamente el mismo nivel de ruido de una calle muy transitada. Anteriormente Apple había implementado un límite en sus equipos europeos, de 100 dB - equivalente a un bulldozer gimiendo, para cumplir con la legislación francesa, aprobada en 1996, pero los usuarios rápidamente desarrollaron hacks para desactivar el tope.
Aunque la solución para la creciente sordera provocada por música debe estar en un equilibrio entre la seguridad y el disfrute del producto por el consumidor (donde no aparezca el endemoniado candado que reprime tus ganas de escuchar más), la nueva norma (que sabemos no se aplicará de este lado) en principio no parecería descabellada si no fuera porque no todos los audífonos suenan igual… de manera que lo que suena decente a través de los que trae el iPod de serie puede sonar demasiado bajo en auriculares de una gama superior.
Entonces, la solución por el momento podría ser cambiar de audífonos, pero tal vez podrías hacer lo imposible: bajarle un poco e intentar sentir la música con la misma intensidad.
Publicado en Resonancia Magazine
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