Algunos artistas intentaron ir todavía más lejos y mostraron una gran ansiedad por expandir la visión del arte del álbum, presionaron los límites y liberaron imágenes que las compañías discográficas simplemente no supieron como manejar, así empezó la censura y las portadas alternativas en ambos lados del Atlántico.
Las más controvertidas, provocativas y famosas portadas fueron producidas en esa época.
Durante los 70, cuando los músicos tomaron casi control total del arte de sus discos, utilizaron esa nueva libertad para crear las más icónicas portadas de la era y, al mismo tiempo, mostraron la forma en que las imágenes podían cambiar nuestra perspectiva de la música.
Se capturó el espíritu del grupo en vivo, que literalmente desaparecía detrás de impactantes juegos de luces durante sus conciertos, lo que les brindaban cierto anonimato para caminar por las calles.
Los 70 fueron la época dorada del diseño de portadas, fotógrafos e ilustradores expandieron su visión con propuestas que respondieron al álbum doble, el formato gatefold hizo crecer los sueños de los que escuchaban.
Aparecieron otras extraordinarias novedades, el cartón ya no fue suficiente y el vinilo requirió nuevas propuestas más allá de la galleta.
Inesperadamente, las fundas caprichosas perdieron completamente su encanto cuando el punk y la cultura del cassette aparecieron. Ambos trajeron al arte de portada sus propios códigos e intenciones. Bajo el amparo del DIY las fundas se volvieron sumamente creativas y alcanzaron nuevos niveles.
Pero más allá de matar el diseño de las fundas (o al menos tener la intención de hacerlo físicamente) el punk promovió esa forma de arte activamente.
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