Armados con cámaras Hi8, 50 intrépidas personas adoptan la promesa de la baja resolución, sin ninguna habilidad cinematográfica y mucho menos un plan estratégico, su única indicación fue: "¡pásala bien, pero no importa qué suceda, solo sigue grabando!". Sin embargo, por simple que parezca, la misión logró reinventar la película de concierto, capturando a un grupo como ninguno lo había hecho otro antes, con todo el sudor, las incomodidades y la euforia del espectador.
Awesome; I Fuckin' Shot That! (2006) es una colección de tomas movidas, acercamientos innecesarios e imágenes fuera de foco, pero esa cruda y descuidada visión incrementa la perspectiva del público presenciando la feroz actuación de Beastie Boys, añade la sensación de la experiencia de ir a un concierto, sin acceso a los boletos más costoso, posiblemente desde los peores asientos, con la masa de cabezas que superan tu estatura bloquéandote la visión y los cuerpos que entran en un vínculo establecido por un mismo ritmo.
La película no busca darte lo mejores ángulos, su objetivo es mostrar al fanático de Beastie Boys a través de un estilo sumamente vívido. En otro formato, sería un concierto cualquiera, pero al tratarse de fanáticos grabando fanáticos, la audiencia presente en el Madison Square Garden el 9 de octubre de 2004 se transforma, todos ellos comparten el deseo de poner su sello único en la película.
Con 50 cámaras distribuidas en manos de 50 personas de la audiencia, el filme no fue planeado para brindarnos una perspectiva glamorosa del grupo o del concierto, esos elementos permiten que Awesome; I Fuckin’ Shot That! se introduzca en el espectáculo de realidad, donde la experiencia puede ser un sentimiento mágico o un encuentro con baños, vendedores de cerveza, el grito a pulmón que repite con fluidez la letra de una canción en tu oído y miembros del cuerpo de seguridad luciendo sus mejores pasos de forma espontánea.
Awesome; I Fuckin’ Shot That! aborda todas las posibilidades, todos los malos ángulos desde los que el fanático observa durante 90 minutos, desde esa perspectiva la película es poco importante, pero esa misma característica trascendió al llevar la experiencia de la audiencia al centro de la acción, poniendo a Beastie Boys a la distancia.
En su momento pareció una buena idea, anticipándose a la realidad posterior que nos hizo acostumbrarnos a las imágenes de mala calidad capturadas por cámaras de vídeo portátiles que infestan YouTube. Los Beastie Boys no lo sabían, pero la necesidad de registrar todo a través de una cámara evidenciada en Awesome; I Fuckin’ Shot That! se convertiría unos pocos años después en una de las grandes quejas en los conciertos. En el 2004 el grupo tan solo buscaba la grandeza amateur que tuvo como resultado este documental, donde la mirada privilegiada casi no existe, cede su lugar a la visión de todos los fanáticos.
El conjunto de imágenes es un caos desde el principio, se mantiene de la misma forma durante hora y media, pero de alguna manera el espectador empieza a acostumbrarse a la impulsiva mezcla de ideas con una misma banda sonora, que afortunadamente es absolutamente limpia al oído, cargada de éxitos y momentos explosivos. Las reacciones de la gente son extrañas, desde bailes epilépticos y el centro del mosh pit hasta la confirmación de que hay personas que verdaderamente parecen estar en todos lados, menos en el concierto.
Nathaniel Hornblower (seudónimo de Adam Yauch, integrante de Beastie Boys) tenía claro el concepto, su única indicación fue “filmen lo que quieran”, sabía que la gran parte del trabajo consistiría en buscar los mejores elementos de más de 450 horas de grabación, los cuales fueron editados de manera extraordinaria para lograr una combinación de escenas y saltos de un lugar a otro en el Madison Square Garden.
El filme ciertamente es una mezcla del punk convertido en rap que caracteriza a los Beatie Boys, pero no todo lo que vemos es borroso, granuloso o en estado de embriaguez, de vez en cuando surgen elementos profesionales, como el acercamientos al escenario y a los instantes previos al concierto que se muestra en muchas otras películas, sin embargo lo que distingue a Awesome; I Fuckin' Shot That! es que en medio de la postura amateur, existe una post-production impecable. Montones de imágenes y sonidos se sincronizan, dan coherencia a la experiencia general. El resultado es una película que fluye por la edición y el sonido, lo real y lo irreal, mostrándote todo lo que puede suceder al mismo tiempo en un solo lugar. Verdaderamente impresionante.
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